Viven indígenas la Pasión

AutorJavier Peralta

EL NORTE / Hidalgo

HUEJUTLA.- Lloró, se hincó y puso los brazos en cruz. Luego volteó para ver a los presentes, el día preciso en que Cristo lavó los pies a sus discípulos para después instituir la eucaristía como eje central del pensamiento católico. Nadie preguntó por qué se paseaba borracho en el interior de la Catedral, porque ¿a quién puede interesarle un indígena llorón?

El Obispo Salvador Martínez insistió cuando besaba el pie derecho de uno de los elegidos para este fin, parecido a un Vicente Fox entrado en años, que la humildad debe ser el signo de nuestros tiempos, y que recordar este hecho era, ante todo, saber que aún es tiempo de que el ser humano y sus virtudes sean la salvación para el mundo.

Huejutla, localizado a 250 kilómetros al norte de Pachuca, considerado corazón de la Huasteca hidalguense, vive año con año el viacrucis de los hombres y mujeres indígenas que en esta zona son mayoría, más del 65 por ciento, pero siempre, fruto de la tradición considerados menos en clase, en estirpe, en existencia.

Aquí se juntan los mestizos con los indios, los segundos para caer día a día, desde el mismísimo Domingo de Ramos, en el parque hoy remodelado por el Alcalde de Cuchara Grande, quien gana más que el mismísimo Tony Blair, los primeros para aceptar que de vez en cuando puede haber cierta igualdad, aunque sea de a mentiritas, o por el espíritu cristiano que como quiera debe salir a relucir.

Por alguna razón el alcohol se pega...

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