Viven aterrorizados musulmanes chinos

METRO/Corresponsal

URUMQI, China.- Los uigures de Urumqi se pasan el día vigilando, escondidos en la penumbra de sus casas.

Por las ventanas del viejo barrio musulmán asoman miles de rostros temerosos, que dan la voz de alarma cada vez que un pelotón dobla la esquina.

Las redadas son imprevisibles y fulminantes. En cuestión de minutos, decenas de soldados han rodeado un edificio. Las botas militares resuenan en las decrépitas escaleras de piedra. Se escuchan gritos y, antes de que haya tiempo para reaccionar, se culmina el arresto.

El condenado es sacado a rastras y desaparece en un camión blindado. Sus familiares saben que quizá no vuelvan a verlo.

"Cuando cae la noche y llega el toque de queda es mucho peor. Los extranjeros tienen que quedarse para que no nos hagan nada", dice un vecino.

Lo más parecido a una resistencia organizada es el penoso vagabundeo de un grupo de desesperados. Caminan sin rumbo, conversan en la calle, comentan las últimas noticias y esperan la llegada de periodistas foráneos para narrar su...

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