Vive la magia en trébol

En la antigua Roma, la estación de las cosechas, el verano, se representaba mediante la imagen de un trébol.

Soñar con esta planta ya era para Apomasaris anuncio de grandes riquezas, y los griegos llegaron a creer que servía para descubrir tesoros ocultos, pero tú estimado lector ¿qué crees?

En tiempos precristianos, los sacerdotes celtas llamados "druidas", cuyo nombre significa "conocer el roble", ya la consideraban una planta mágica, y la buscaban entre los sag rados robledales para rendirle culto.

Según estos adoradores del sol y de la luna, el trébol tenía la virtud de dotar a sus poseedores de tal vista sobrenatural que les permitía ver a los seres malignos de su entorno.

Así que San Patricio, en su cruzada para cristianizar Irlanda, en el año 432, no dudó en servirse de uno "de tres lóbulos en un sólo tallo", para explicar a los druidas el misterio de la Santísima Trinidad.

Como consecuencia del gran número de conversiones que obtuvo con este símil, se convirtió en santo el patrón de Irlanda, y su imagen aparece asociada a un báculo con el que da muerte a los demonios en forma de serpientes, y que tiene en su extremo una cruz de doble travesaño, cuyos brazos están rematados por hojas de trébol.

Esta imagen sería recogida por el gótico ojival, siglos después, como ornamento de iglesias, con el nombre de "trifolio".

Si un común trébol de tres lóbulos es capaz de suscitar tales fervores, el menos frecuente, de cuatro, pronto se convirtió en la rareza más apreciada del reino vegetal.

Un trébol así venía a desafiar hasta la propia etimología del nombre -del latín, "trifolium", tres hojas- y el número cuatro aportaba, además, la "tétrada" a la que los pitagóricos llegaron a llamar cosas así como "el mayor...

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