Visión Económica/ Obsesión por los consensos

AutorSalvador Kalifa

El Presidente Fox y los representantes de los distintos partidos políticos en el Congreso nos quieren hacer creer que las reformas estructurales pueden diseñarse e instrumentarse exitosamente con base en consensos de todos los involucrados. No considero que ésa sea una premisa válida. Por el contrario, la obsesión por los consensos lleva a una situación donde todo se paraliza, porque para actuar se requiere que cada uno de los participantes esté de acuerdo, lo que es prácticamente imposible en reformas sustanciales que conllevan la desaparición de privilegios que detentan poderosos intereses económicos y políticos.

Un esquema de consensos implica, inevitablemente, darle poder de veto a uno y a todos. Y cuando con base en consensos se aprueba alguna medida, es porque quienes la aprobaron lograron desfigurarla lo suficiente como para que en nada se parezca a la propuesta original. Eso ocurrió, por ejemplo, con el bodrio denominado Reforma Fiscal, y me temo que volverá a suceder con las reformas propuestas del sector eléctrico, laboral y de telecomunicaciones.

La parálisis legislativa viene desde mediados de la administración de Ernesto Zedillo, cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Desde entonces, el Congreso está dividido y los partidos políticos se dedican más a promover sus agendas particulares que atender los intereses de la nación. El PAN, por ejemplo, bloqueó las propuestas de reforma fiscal y eléctrica que envió Zedillo al Congreso, propuestas que ahora defiende como propias. Por su parte, el PRI, que sin mucho convencimiento apoyó los cambios propuestos por Zedillo, ahora los rechaza ferozmente desde la oposición.

El consenso en todo y para todo milita, además, en contra de la creación de una cultura de responsabilidad personal, que es necesaria si alguna vez tendremos en el país una verdadera rendición de cuentas. Bartlett, por ejemplo, se deslinda de cualquier responsabilidad en cuanto al rechazo de las reformas constitucionales que hubieran permitido la inversión privada en la industria eléctrica, escudándose en que fue una decisión de la Cámara de Senadores. El Presidente Fox, por su parte, no respalda con convicción y compromiso sus iniciativas de reforma, preocupándose más por mantener su popularidad.

Personas bien intencionadas me insisten que debe haber alguna forma de que nuestros Legisladores trabajen en bien del país y no en promover las agendas políticas de sus líderes. Quizá la haya, pero no existe en...

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