Visión Empresarial / Bienes, servicios y profesionistas

AutorGonzalo Rivero Torrico

En los últimos años hemos podido percibir que los compradores nacionales, tanto quienes adquieren algo para revenderlo después como los que lo hacen para su propio uso o consumo, son más exigentes que antes.

Pero también es notable que un gran número de compradores nacionales no gusta de perder tiempo alegando con el vendedor sobre algo que no es de su agrado ni se arriesga a tener disgustos al enfrentarse con quien lo ha engañado. Por esos motivos, el consumidor final prefiere no hacer reclamaciones. Sin embargo, tiene buena memoria y al comprar de nuevo el bien que necesita, recordará que la compra anterior, que era de tal o cual marca, no le agradó y, al haber otras opciones, la desechará.

Seguramente el sector fabril es el que más ha avanzado en cuanto a exigencias, pues presiona cada vez más a sus proveedores nacionales para producir los insumos que requiere con especificaciones rigurosas. En este ámbito, las normas y las tolerancias son cuidadosamente verificadas. Posiblemente ello se deba a la globalización, pues recordemos que una parte importante de lo que el país produce se exporta y quienes lo hacen han aprendido la importancia de crear y mantener una imagen de seriedad y confianza en los mercados internacionales.

La aceptación generalizada de la tolerancia en nuestro medio posiblemente tuvo su origen en los tiempos de escasez, cuando las fronteras estaban cerradas y sólo podíamos tener lo que el país producía, fuera de buena o de mala calidad. Lo importante en esos tiempos era tener el bien o servicio que necesitábamos y debíamos conformarnos con lo que había. Sólo quienes podían adquirir en el extranjero lo que deseaban lograban una satisfacción plena. Pero ahora las cosas han cambiado y, si quienes venden sus productos en el mercado nacional no igualan lo que otros vendedores ofrecen, verán disminuir hasta desaparecer a sus compradores.

Todavía hoy quedan resabios de aquellos tiempos. Como lo señalamos en otros artículos, cuando un productor selecciona los frutos de su cosecha, por ejemplo, los clasifica al menos en dos categorías, los que tienen calidad de exportación y los que serán ofrecidos al consumo nacional. Y lo triste del caso es que, muchas veces, los productos vendidos en los mercados nacionales se adquieren a precios iguales y hasta superiores que los destinados a los mercados internacionales. Nuevamente estamos frente a un consumidor nacional tolerante y aguantador.

Puede ser ilustrativo comparar lo que nuestras...

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