Visión Mundial/ Dos años de Gobierno, lo mejor es lo exterior...

AutorGabriel Guerra Castellanos

Tras 24 meses, el balance es necesariamente mixto, y muchos de los decepcionados pueden culparse a sí mismos por haber esperado demasiado. Pocos Gobiernos entrantes han enfrentado tan altas expectativas como el de Fox.

Si bien esas esperanzas, reclamos los llaman otros, fueron generadas en buena parte durante la campaña electoral, lo cierto es que a este Gobierno bien poco le duró el gusto del arranque, y lo que los foxistas de primera hora llamaban el bono democrático perdió rápidamente su valor hacia dentro del país.

Pero afuera es otra cosa. Desde la campaña, Vicente Fox fue bien visto en el extranjero, por su estilo suelto, casual, desparpajado y por lo que su candidatura representaba: la posibilidad de acabar con el dominio de un solo partido político después de más de siete décadas.

Mucho podemos discutir acerca de si ese reclamo del exterior estaba justificado o no, si era tal vez, apenas, objetivo. La democracia no empieza ni termina con la derrota o el triunfo de un partido, pero hay un mensaje claro para quien lo quiera escuchar: en el extranjero, particularmente en EU y Europa, la derrota del PRI y de todo lo que éste representaba era vista como un requisito indispensable para que México entrara a la mayoría de edad política.

Este fue de siempre un tema ampliamente discutido, sobre todo a partir de los años 80, cuando el asunto de la democracia y de la legitimidad -o falta de ella- de los Gobiernos priistas comenzó a aflorar, al grado de convertirse en una pequeña obsesión. No fueron pocos los esfuerzos de sucesivos Gobiernos mexicanos por demostrar sus credenciales democráticas, y no menos las críticas que desde el exterior llovían sobre nuestro país.

Una víctima, tal vez la mayor, de esa presión del extranjero, fue la política exterior mexicana, que debió refugiarse cada vez más en viejos principios altamente valorados pero cada vez menos actuales para justificarse: la no intervención, la autodeterminación, la no injerencia en los asuntos internos. La política exterior mexicana, siempre motivo de orgullos, se había convertido en paraguas (o, tal vez mejor dicho, parasol) para protegernos de preguntas y de críticas incómodas.

Así que cuando llegó Fox a la Presidencia, una de las grandes áreas de oportunidad era precisamente la de la política exterior. Fox y Jorge Castañeda vieron la oportunidad, y la tomaron, dedicando buena parte de su energía y de su tiempo al activismo internacional, con resultados distintos.

En un principio...

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