Visión Mundial/ Austria en la mira

AutorGabriel Guerra Castellanos

Las reacciones de los países miembros de la Unión Europea equivalen a un "congelamiento" de Austria; las declaraciones de Estados Unidos son igualmente impactantes. Cabe preguntarse si realmente es para tanto.

Veamos lo sucedido. El partido de la Libertad (FPO), lidereado por el carismático y siempre bronceado Joerg Haider, obtuvo un 27 por ciento de los votos en las últimas elecciones federales, en octubre del año pasado. Ante la incapacidad de los dos partidos principales, el Popular y el Socialista, para formar un Gobierno de coalición amplia, toco apenas ahora-el turno a Haider y a los suyos para negociar. Los Populares, deseosos de encabezar el Gobierno y de evitar nuevas elecciones, aceptaron muchas de las exigencias de sus nuevos aliados, y plantearon las suyas: Haider no ocuparía ningún puesto en el Gabinete, el FPO haría un juramento de respeto a la democracia y la tolerancia.

La exigencia no resulta baladí. El FPO y en particular Haider se han caracterizado por sus posiciones extremas en materia de inmigración y política social, y en el pasado han hecho desafortunadas declaraciones que parecieran justificar aspectos del nacionalsocialismo en Alemania. El tema es de especial significado en Austria, país que fue anexado por los nazis en 1938 sin oponer prácticamente ninguna resistencia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Austria operó como eficaz aliado de Hitler, y sus ciudadanos resultaron -perdónese la expresión-más papistas que el Papa. La membresía del nacionalsocialismo era mayor en Austria que en la propia Alemania, el antisemitismo igualmente monstruoso y eficaz.

La gran diferencia entre ambos países se dio después de la Guerra, cuando a los alemanes se les impuso una terapia de "desnazificación" mientras que los austriacos se presentaron ante el mundo como compañeros de viaje involuntarios, llevados por la fuerza de la invasión alemana a apoyar sus políticas. El argumento es tan inverosímil que ofende a la inteligencia.

Quien haya leído la historia del auge y desplome del nazismo en Europa sabe distinguir bien entre las masas que idolatraban a Hitler formando vallas en las avenidas de Viena y los valientes esfuerzos de resistencia de polacos, checos, franceses y tantos más que, aun invadidos, no cedieron en el frente de la conciencia y la moral. No sólo no hubo resistencia digna de mencionarse en Austria, el entusiasmo fue por momentos mayor que en la mismísima Alemania.

De tal suerte, las declaraciones de Haider y la...

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