Visión Internacional/ !Alto ahí!

AutorTheotonio Dos Santos

Como siempre volvemos a las explicaciones de coyuntura para una situación que dura ya 20 años. América Latina patinó en su articulación con la economía mundial desde los años 80 cuando la crisis de la deuda externa la tomó en una tijera.

De un lado, la puso totalmente a merced de las tasas de interés externas, obligándola a producir excedentes económicos colosales para enviar al exterior, remesas que se agregaron a las inmensas pérdidas comerciales y de servicios que ya hacían parte de sus relaciones externas hacía muchas décadas.

De otro lado, fue obligada a reformar sus estructuras institucionales para facilitar el movimiento libre de capitales que pasó a ser el elemento clave de su balanza cambiaria, creando una nueva clase dominante de intermediarios del sistema financiero internacional.

Esto transformó nuestro sistema financiero en una gigantesca máquina de succión de recursos sociales que fueron transferidos implacablemente al pago de intereses externos e internos. Considerando esto el objetivo supremo de la nación y del Estado.

Para sostener esta política y alcanzar estos recursos fantásticos fue necesario, al mismo tiempo, disminuir los sueldos de los trabajadores del sector privado que bajaron su participación el PIB del 45 por ciento aproximadamente en el comienzo de la década del 80, hacia el 23 o 25 por ciento ya en el principio de la década del 90.

Pero no bastó esta expropiación masiva de los salarios, ayudada por la recesión, el desempleo y la ausencia de políticas de desarrollo. A mediados de la década del 90, se inician los ataques en contra de la rigidez de las leyes sociales alcanzadas en la posguerra.

En la década del 90 empieza así la ofensiva por la flexibilización del trabajo, aumentó de la jornada del trabajo de un lado y crecimiento de las medias jornadas de otro; intensificación del trabajo; derecho a la liquidación sin compensaciones, etcétera.

Se trata de generar las condiciones para el aumento del excedente socialmente disponible para transferirlo hacia el sector financiero que ya liquidó casi todos los acervos sociales acumulados por los estados nacionales en los años de política desarrollista.

Las privatizaciones de las empresas públicas (en general superavitarias a pesar de fallas de gestión serias que las caracterizaban) con auxilio financiero del Estado a los compradores no fue precisamente una fuente adecuada de recursos para transferir al sector financiero. Fue necesario desmontar casi todo el sistema de...

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