Virginia Tovar: Se abre cancha en el futbol

AutorMónica Lavín

A Virginia Tovar la llaman la pionera del silbato, la que rompió la barrera de los sexos en el arbitraje de Primera División; su hermana la admira, su esposo y compañero de profesión la apoya, las mujeres -hasta las que no aman el futbol y despotrican por el abandono en que las coloca- le sonríen en nombre de todas. Su nombre se vuelve símbolo de conquista y se suma al de otras que han destacado y abierto camino a las siguientes generaciones en la historia del deporte y de la mujer.

"Voy volando de regreso a Guadalajara", dice Virginia Tovar con su acento tapatío cuando la llamo al celular. Acordamos la hora de la siguiente llamada y ella contesta en su casa. Se escucha ajetreo. Le explico que quiero una conversación breve con ella. Las voces crecen. Me explica que es cumpleaños de su hijo, Randalll, cumple un año, y que hay fiesta para él y para su marido, que también cumplió años unos días atrás. Hablamos de prisa, yo sintiéndome una intrusa en la intimidad de la celebración familiar, ella acotando que está agotada de las entrevistas, pero como esto es otra cosa y es sobre las mujeres tiene ganas.

Su voz es alegre y cargada de energía. Randalll también se pone al teléfono, no sé si al lado de su madre, o desde otra extensión, pero intenta boicotear la llamada (con razón, a su madre se la han robado los reflectores en días recientes) dando al interruptor una y otra vez. Ni Virginia ni yo nos desesperamos. El hijo se vuelve así parte de la entrevista en la que su madre es robada de nuevo de la preparación de la comida que disfrutarán, del decorado con globos, de la piñata. Por eso bien dice Virginia: "Ya no quiero dar entrevistas, me quita tiempo de lo que más me interesa: mi profesión, mi casa, ser mamá, mi familia".

Pero qué le vamos a hacer si Virginia se ha vuelto un hecho histórico para el futbol nacional, pero, sobre todo, para las canchas que vamos ocupando las mujeres. Particularmente en oficios y profesiones que han sido por tradición territorio masculino. Sin duda, de la sorpresa pasaremos al hábito y a aceptar la presencia de ambos sexos en casi todos los ámbitos con desenfadada naturalidad. Eso ha ido sucediendo: que las mujeres votemos en México nos parece una situación natural, pero apenas tiene 50 años de haberse dado; que las mujeres fumemos sin escondernos del padre o del marido, un chiste en color sepia (You've come a long way, baby, diría Virginia Slims, que no era una señora sino una marca de cigarros). Dos años atrás me...

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