Un violinista en el tejado

Gerardo Kleinburg

No. Definitivamente no era el que tocaba más rápido, más fuerte y con mayor precisión. De hecho -y él mismo lo dijo hasta el cansancio- le habría gustado tocar tan bien como sus ilustres antecesores, sus virtuosos colegas y sus superdotados alumnos. Lo que hizo distinto a Isaac Stern de los demás violinistas del Siglo 20 fue simple y llanamente ser él. Ser Stern.

Apenas fallecido -a los 81 años- el pasado sábado 22 de septiembre en la ciudad de Nueva York -que tanto, tantísimo le deberá siempre-, su muerte fue injustamente diluida por el agobiante torrente mediático e ideológico en el que una gran parte del mundo quiere vivir desde el terrible 11 de septiembre. Así, el adorable anciano judío, regordete, sonriente, con los lentes de trabajo descansando sobre la cabeza, se fue, mientras todo a su alrededor era caos, psicosis y dolor. Es lamentable que no se le hayan rendido los honores y tributos que merecía, y sería elemental que -por tarde que fuera- se llevaran a cabo.

Judío ashkeazy nacido en la frontera ruso-polaca, Stern vivió desde su primer año de existencia en Estados Unidos. Nada precoz, como él mismo se ha encargado de revelar con cierto regodeo humorístico, su desarrollo fue, sin embargo, rápido y sólido. Acusado en un inicio de tener cierto vibrato perturbador y agudos un poco estridentes (elementos que, irónicamente, fueron a la postre sellos distintivos de su ejecución), Stern fue muy pronto una estrella mundial. No poco tuvo que ver con esto el apoyo y la difusión que generó en torno de él uno de los agentes artístico legendarios: Sol Hurok.

Pronto, pues, Isaac Stern se consolidó como uno de los violinistas de élite. Sin embargo, no fue eso -nunca lo fue- lo que hizo de este hombre un artista entrañable para tantos (a pesar de los rencores que no pertenecer a "su círculo" provocaba). Más que sus propias interpretaciones y grabaciones violinísticas, los elementos que convirtieron a Stern en una figura de tal envergadura fueron su invariable y firme actitud humanista y humanitaria, su devota y entregada labor docente, su inquebrantable y equilibrado activismo político (tanto en conflictos internacionales, cuanto en asuntos de política artística interna estadounidense), su infatigable impulso a los grandes talentos que pasaron de alguna manera por sus manos o su ámbito de influencia (v.gr. Yo Yo Ma, Emmanuel Ax, Itzhak Perlman, Pinchas Zuckerman, Shlomo Mintz, Yefim Bronfman...).

La lista de proezas y periplos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR