Vinos/ De vinos y vuelos

AutorRodolfo Gerschman

Aunque hace rato que las maletas han sido vaciadas y que el único vestigio del último viaje a España sea un resfriado renuente que tarda en irse del todo, todavía suenan ecos de temas experiencias que habré de guardar como muy enriquecedoras. No están entre ellas, por supuesto, la del regreso, salvo en que dejó una huella tan profunda (tal vez convenga más decir "cicatriz") que uno ya sabe lo que hacer para evitar su reincidencia.

Sucedió que debía subirme a un avión en Bilbao que habría de combinar con otro en Madrid hacia México. Pero ¿qué creen? (recurro al efecto lingüístico que suele hacerme temblar en mi oficina, porque ya sé que tras él acecha la catástrofe): el vuelo salió con retraso y me encontré corriendo por los pasillos de Barajas junto a un par de españolitos que, como yo, habían perdido la combinación. Nunca hubo nadie de Iberia en el aeropuerto de Madrid para indicarnos qué seguía: o quedarnos hasta el día siguiente o pasar al vuelo de Aeroméxico, que salía una hora más tarde.

Conseguimos esta última opción, después de luchar a brazo partido con los empleados de información que no tenían ni idea ni ganas de hacerse cargo y de correr por el aeropuerto como condenados para no perder el siguiente vuelo. Me embarqué finalmente chorreando de sudor, atrapé la gripa y llegué a conclusiones importantes: evitar a Iberia en la medida de lo posible y, si no, evitar todo riesgo previendo combinaciones con al menos 24 horas entre vuelos.

Una vez aquí y superado el amargo trance (¿cómo hace un pueblo tan amable para tener una línea aérea tan mala leche?), recibí vía email un artículo de un periodista de Estados Unidos que me tocó como compañero de catas y visitas, Gerry Dawes, publicado en el periódico La Rioja. Me lo enviaron desde esa región para incorporarlo a mi archivo, según creo a raíz de una comida y una cena que me tocaron en su compañía y que rayaron en la polémica sobre el famoso tema de tradición y modernidad.

En verdad a nadie le interesa la polémica con Gerry, sobre todo porque él la busca tan insistentemente que, en el contexto amable de una comida acompañada de buen vino, lo mejor es evitarla. Pero me parece significativo su caso, porque entre los periodistas es tal vez el más ferviente defensor de los vinos tradicionales de Rioja.

Mi primera reacción al leer su nota fue prolongación del argumento que utilicé en el único y fugaz momento en que polemizamos durante la última cena antes de dejar Rioja, en la que también...

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