Vinos / Los nuevos Matarromera

AutorRodolfo Gerschman

La lluvia puede tener varias funciones, entre las cuales predomina la de mojar y mucho más cuando uno se pasea sin paraguas. Otra, según los poetas, es que incita a la nostalgia. No se conocen bien las razones, pero en boleros ("esta tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tu", etc. etc.), tangos y poemas "cultos", las precipitaciones precipitan un chorro de recuerdos. Algo así como que los diluvios favorecen el encierro, el cual a su vez favorece el ocio, el cual a su vez confluye con el color gris de la melancolía para darle al pensamiento un envión hacia atrás (hacia delante está la cortina de agua).

Poco propenso como soy a la melancolía, y ya hartamente mojado, en mi caso la nostalgia me llevó a una tarde de sol en medio de viñedos secos y florecientes, hace un par de meses en Ribera del Duero. Había tomado la carretera hacia la ciudad de Peña fiel, había pasado hacía un rato el famoso castillo, había seguido luego hacia Valbuena de Duero y después de cruzar un puente junto a otro romano que hacía arcos sobre el río y dejar atrás el pueblo de Valbuena, desemboqué en Matarromera.

En Matarromera

La bodega está situada sobre un promontorio, desde el cual se puede tener una vista del valle que la rodea. La sensación es extraña, casi mágica. Por lo pronto ya vienes con la que te ha causado Valbuena si te has detenido y atravesado el arco -casi el único resto de la muralla medieval- por el que ingresas a la típica plaza de pueblo, con las clásicas instalaciones municipales, la iglesia y, única concesión a la "modernidad" del siglo pasado, un café. Es como un rincón a salvo de los avatares del mundo, donde el tiempo se vuelve más sosegado que del otro lado del arco.

Luego está aquel valle, en el que predomina una sensación de aislamiento entre viñedos tupidos, las murallas naturales del cerro y la barrera de árboles. El edificio se incorpora al paisaje gracias a sus fachadas de piedra. La bodega pertenece a Carlos Moro, quien proviene de una familia de viñateros de la zona. En 1988 comenzó a renovar el viñedo y también las instalaciones de la bodega, en su mayor parte provista ahora de equipos modernos. Además de los clásicos de toda bodega española, la sala de barricas y el botellero, tiene también un pequeño recinto para catas, donde nos instalamos para la prueba de las últimas cosechas.

Los clásicos y los modernos

Matarromera elabora varios vinos diferentes. Tiene su línea clásica de crianzas, reservas y grandes reservas, además de...

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