Vinos / Mundos vinícolas

AutorRodolfo Gerschman

Hay muchos mundos en un mundo, proclama el vino. El pensamiento irrumpe esta mañana mientras esculco las notas que tomé en mi viaje por Cataluña. Y es que esta región del Viejo Mundo no para de elaborar nuevos vinos y, además, algunos nacen de la recuperación de viejas cepas nativas que hasta hace poco no tenían mayor implantación en su propio terruño, como Picapoll, Mando o Sumoll.

En una España empobrecida y que cada día recibe alguna mala noticia, esta región, existe un auge de la producción vinícola que se explica en gran parte porque las empresas más exitosas concentraron su ofensiva comercial en los mercados

exteriores. La caída en el consumo interno -que sí la ha habido- no las ha afectado mucho. Es más: algunas han continuado expandiéndose.

La bodega Roqueta, conocida por sus vinos Abadal, está situada en un hermoso paraje de la denominación Pla de Bages, cercana a los Pirineos. La zona ha conocido muchas crisis, comenzando por la que generó a fines del siglo 19 la llegada de la filoxera. La familia Roqueta, que había cultivado la viña, se dedicó en aquel entonces al comercio y regresó al campo en 1983 impulsada, dice Ramón Roqueta, la última generación al mando, por la visión de "que los vinos tenían de la zona tenían una identidad muy especial y única".

De hecho los Abadal, elaborados en una hermosa bodega rodeada de bosques y viñedos en ladera, tienen un marcado carácter propio, como sus dos blancos a base de Picapoll, sobre todo el Nuat 2009 que probé allí -con un 20 por ciento de Macabeo-, cuyas notas recuerdan a los Riesling, también por su evidente potencial de envejecimiento. Entre los tintos el más original es el Seleccio 2007, un ensamble de Cabernet

Sauvignon, Cabernet Franc, Syrah y pequeños porcentajes de Sumoll y Mando. Prodiga aromas de hierbas, sotobosque, coco... una expresión cabal de su entorno, igualmente aromático.

Otra bodega familiar también catalana, pero ubicada en la dirección opuesta, es Pares Balta. La manejan dos hermanos, Joan y Josep Cusiné, que son la última generación -fue fundada en 1790- mientras que la enología está a cargo de sus esposas, Maria Elena Jiménez y Marta Casas, respectivamente. Otro rasgo peculiar es que está certificada como ecológica desde 2004 y practica la agricultura biodinámica aproximadamente desde la misma fecha.

El sitio es impresionante. Incluye viñedos en el llano y en la montaña...

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