'El vino no necesita de esnobismo'

AutorMauricio León Munguía

Fotos: Claudia Susana Flores

Especial

Lo que más me molesta en el mundo del vino es la gente que trabaja en él porque está alejando a los jóvenes.

En México, el vino es algo tan nuevo que esta idea de que es una bebida que toman nuestros padres o abuelos no está arraigada, como en España. En nuestro país, la gente joven, entre 18 y 25 años, está empezando con vinos sencillos, económicos y ya después, si les gusta, se adentran un poco más.

Estamos en el momento preciso de quitarnos de encima al enemigo número 1 del vino que es el elitismo, el sommelier pesado, el que hace una venta insistente, el que lo pone como una bebida endiosada.

Quitemos el esnobismo: esa persona de frac, moño y tastevin hablando de rojo picota, aromas y taninos.

Debemos ser más una persona relajada como Patrick Cappiello, el director de vinos del restaurante Pearl and Ash en Nueva York, quien lleva tatuajes, jeans y t-shirt, mientras abre botellas de champagne con un cuchillo. Sabe muchísimo de vino, se divierte, vende botellas de uvas que nadie más tiene en la ciudad, pues sabe cómo contar la historia detrás de ellas.

Los aromas son secundarios. De entrada nunca me meto en este tema, no te voy a decir si un vino huele a tal... se me hace una tontería. ¿Por qué? Un ejemplo; si creciste con una mamá que te daba fresas, la mayoría de los vinos tintos te van a recordar a ellas; pero si tu mamá te daba frambuesas, ése será tu recuerdo principal sobre ese tipo de aromas.

La razón por la que creo que no hay que empezar por los aromas es porque si no tienes el registro de ese olor en tu mente, no lo vas a encontrar, y una de dos, pensarás: "¡qué payaso sommelier!" o "qué chafa nariz tengo porque no lo detecto". Ésta no es una buena forma de empezar.

Ya si alguien quiere que le describa un vino, lo puedo hacer, pero siempre dejando en claro que es algo muy personal, ya que partimos de los sabores y aromas que tenemos en nuestra memoria. Además, un vino puede oler a frambuesa o a madera como otros 500 mil vinos en el mundo.

Mejor hablemos de lo que en realidad importa del vino: quién lo hace, dónde lo hace, cómo lo hace. Enfoquémonos en lo que es bonito, esa parte romántica que lo diferencia de todas las demás bebidas alcohólicas; porque un vino no lo puedes hacer en cualquier lado, tiene que hacerse en una región y con una uva específica...

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