De Vino y Momentos / Entre el vino y la cocina

AutorDante Ferrero

La cocina era un revuelo. A media mañana iba de un lado a otro preparando el menú que había decidido para esta ocasión y en cada paso seguía pensando en los detalles del mismo.

Probaba todos los avances de los platillos, mientras un tronco más se consumía en el horno de leña y soltaba las llamas que siempre alimentaron mi pasión; por mi mente pasaban los posibles vinos que podrían servirse con cada comida.

Así, analizaba la posibilidad de escoger cada uno o, simplemente, dejaba fluir la tarde para que cada momento y cada platillo hablaran por sí mismos buscando "la tinta" que escribiría su maridaje.

Otra vez, como cada día, el gusto de recibir a alguien, y en esta ocasión ese alguien pertenecía a una bodega, ese lugar que es un eslabón de la cadena que me une al vino y a la comida.

Era la primera vez que lo veía y una vez más el producto de la vid sería el enlace para conocer a alguien. Lo vi llegar con su vino, dos botellas, y luego de la presentación me dijo: "Éstas son para ti". Mi sonrisa se dibujó automáticamente, porque siempre será un buen regalo una botella de vino.

Cruzamos unas palabras, lo invité a sentarse y le dije que comenzaríamos en pocos momentos. Le ofrecimos de tomar, y con la relajación de un buen amigo, dijo que lo que quisiéramos. Elegimos un blanco torrontés; sería una buena opción para la primera conversación y la ensalada de lechugas orgánicas, tomates negros y pulpo que pronto habría de servir.

La tarde arrancó, las pláticas de comida y vino inundaron el lugar; me contaba anécdotas de su bodega, entre las cuales destacaba que es una de las cinco más antiguas de La Rioja española; fue creada por el Duque de Moctezuma en 1886.

Yo le contaba de cuando estuve en La Rioja Alabesa y la gran oportunidad que tuve de apreciar, desde un mirador, esta región en su máximo esplendor, debido a un día completamente despejado que me permitió admirar cada rincón en su plenitud.

El blanco se consumió casi en un abrir y cerrar de ojos, y yo supe que abrir las botellas de su bodega era lo que seguía, porque ese regalo debía estar en esa mesa, junto con él, y porque el vino se hizo para disfrutarse.

Brindamos con su vino, y luego de algunos minutos supe muy bien que ese tinto...

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