...Y al vino, vino / Burbujas de verano

AutorGabriel Vega del Bosque

Los vinos espumosos han tenido siempre un halo de celebración, festividad y, por qué no decirlo, de refinamiento y elegancia. Beber champagne simboliza el festejo de algún acontecimiento importante o de cierto estatus económico.

Pero estos caldos también resultan un excelente acompañante de un amplio rango de alimentos y son un fabuloso aperitivo o bebida para acompañar una exquisita velada en estos calurosos días de verano.

La cuestión, entonces, es desmitificarlos e incorporarlos a nuestro consumo cotidiano. No todos los espumosos de calidad tienen que ser caros, incluso existe champagne que si bien no es barata, por lo menos resulta razonable en términos de relación precio y calidad.

Este estilo de vino tiene a sus mejores exponentes en aquellos que han pasado por una segunda fermentación en botella, que produce efervescencia de manera natural, lo cual es también conocido como método champenoise o tradicional. Este proceso añade complejidad de aromas y sabores, así como finura en la burbuja, lo que se traduce en una percepción de mayor elegancia.

Los grandes espumosos que utilizan invariablemente este método, además del champagne, son el crémant, también francés, y el cava español.

Tratándose de caldos del Nuevo Mundo o de Italia es necesario que indiquen en su etiqueta que fueron elaborados con el método tradicional, de lo contrario se trata de vinos a los que se les añadió gas carbónico para producir su burbuja o, en el mejor de los casos, tuvieron su segunda fermentación en tanques de acero inoxidable previo a su embotellado, lo cual se conoce como método charmat.

Los estilos o variantes más populares de espumosos son el brut nature, el extra brut, el brut y el sem seco, en orden de mayor a menor acidez, respectivamente.

En cuanto al maridaje, por su acidez y efervescencia son grandes acompañantes de comida especiada o con una importante cantidad de sal, pues limpian las papilas gustativas y nos preparan para continuar disfrutando de los alimentos, como si cada bocado fuera el primero.

Así las cosas, se puede casar perfectamente con comida asiática o algunos platillos mexicanos de picor moderado, así como finos embutidos y quesos salobres, pasando por pescados y mariscos frescos, donde el sabor del mar está muy presente.

Te invito a que este verano le des tregua a la cerveza en tus reuniones y te aventures a tomar un vino espumoso, blanco o rosado bien frío, y verás cómo un sorbo te lleva al siguiente y las charlas, anécdotas y buenos...

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