Vigila imponente el Tacaná

AutorDavid Díaz

Es la torre de una titánica muralla azul que encajona un angosto pasillo de planicies costeras: el Tacaná, un nudo de montañas, imponente con la primera luz del día y distinguible varias millas náuticas mar adentro.

Por ello, los marinos que surcan las costas del Pacífico centroamericano lo identifican como el Faro del Sur, el punto en donde la República Mexicana se une con Guatemala.

La Sierra Madre de Chiapas es una espectacular cadena montañosa de 280 kilómetros de longitud y un promedio de 60 kilómetros de ancho, que se levanta paralela al Océano Pacífico.

Entre el mar y la montaña, con una anchura máxima de 35 kilómetros y regada por numerosos ríos, se localizan las pródigas tierras del Soconusco, aquellas que un día quiso gobernar (y no se las dieron) Miguel de Cervantes y Saavedra.

Rey de la Sierra Madre de Chiapas, guardián del Soconusco, el Tacaná (que el 28 de enero fue nombrado Reserva de la Biosfera), tiene una altura de 4 mil 30 metros sobre el nivel del mar y un diámetro aproximado de 10 kilómetros, y gran parte de su territorio se comparte con Guatemala.

El Tacaná es un eslabón del sistema volcánico de la América Central y su nombre en lengua "mam" significa "guarida o refugio del fuego".

De acuerdo con el historiador Mario García Soto, se le recuerdan ligeras erupciones en 1855 y 1878, y fumarolas de lumbre y ceniza entre los años de 1949 y 1950.

Hoy existen pequeñas chimeneas de fumarolas en laderas del lado mexicano que lanzan emisiones de manera irregular, pero, por si las dudas, son monitoreadas permanentemente por el Sistema de Protección Civil de Chiapas y por vulcanólogos de la UNAM.

Las tierras del Soconusco, a los pies del Tacaná, fueron el corredor natural de los primeros grupos humanos que transitaban por el centro de América, del lado del Pacífico.

En los manglares de Chantuto, cerca de la reserva ecológica de la Encrucijada, hay vestigios de caminantes que se establecieron ahí hace más de 5 mil años.

Durante la época precolombina, el Soconusco proveía de aves preciosas y cacao al imperio azteca, y se cree que las plumas de quetzal del penacho de Moctezuma provinieron de los alrededores del Tacaná.

La región está considerada como una de las más lluviosas del país, con promedios anuales de 5 mil a 6 mil milímetros de precipitación pluvial en las faldas del volcán, una pluviosidad sólo comparable con la que se registra en algunas montañas de Indonesia y en las islas de Hawaii.

Algo de su lujuriosa vegetación...

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