VIGÍA DE BOLSILLO / Ese miedo

AutorSofía Orozco

Como usuarios de redes sociales, no nos es ajeno toparnos con centenares de publicaciones sobre personas desaparecidas, de todas las edades. Ahí están sus fichas de Alerta Ámbar, sus números de denuncia ante la autoridad correspondiente, sus fotos con sus rostros, sus señas particulares, la descripción de las ropas; y en algunos casos, una pequeña relatoría de los hechos: fue visto por última vez en este lugar y estas circunstancias, en tal fecha. Algunas historias son recientes, otras ya llevan años de haber sucedido; pero todas son microcuentos de terror sin probable final.

Compartir con tus contactos la publicación puede servir de algo, nos dicen. Divulgar, dar a conocer, saber, estar conscientes; o quizá dudar o evadir. Entre un universo de noticias, memes, chistes y artículos de diversa índole, los rostros de los desaparecidos vuelven a desaparecer, se trivializan, se nos hacen lejanos, de ficción.

En el fondo, nos tranquiliza pensar que quizá se trate de un "fake", una noticia falsa, algo que alguien se inventó, y que de ninguna manera pasa o podría estar pasando en nuestro propio barrio, en los alrededores, en los mismos espacios que transitamos, en la misma Ciudad.

Es mucho más cómodo así; comparto, doy like, escribo amén. El mundo sigue.

Todos estamos lo suficiente ocupados con nuestras vidas, con nuestros trabajos, con nuestros pendientes, con nuestros amores. El mundo sigue.

Todos estamos lo suficientemente ocupados en oír retóricas electorales, en descalificar a los que piensan distinto, en ponderar a nuestros candidatos, en burlarnos del que piensa distinto. Y el mundo sigue.

Todos nos enfocamos en señalar lo que no funciona, en quejarnos, en reprobar a nuestros gobernantes, a las policías, al sistema económico, al transporte público, a la contaminación. Nos quejamos amargamente, pero el mundo sigue.

Y el mundo sigue hasta que un buen día ya no: tres estudiantes desaparecidos fueron secuestrados, torturados, asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido.

Esto sucedió en un cruce de calles por las que tal vez has pasado. Esto sucedió una noche cualquiera a menos de 20 kilómetros de donde tú cenabas y dormías. Esto le sucedió a personas que de alguna manera vivían cerca de ti. Esto sucedió con personas con las que tal vez te has cruzado en la calle, en un semáforo, en el pasillo de una tienda, en la fila del banco.

Tres seres...

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