VIGÍA DE BOLSILLO / ¿Y qué es lo bueno?

AutorSofía Orozco

El Presidente Peña Nieto recién presenta su cuarto informe de gobierno en medio de una intensa campaña de corte feliz y entusiasta, tal como se haría con un nuevo consomé de pollo o un nuevo champú que hace brotar cabello. Con voz cercana, hablándonos de "tú", más presentador de televisión que jefe del Poder Ejecutivo, trae a cuenta historias de éxito rematadas por una frase que quedará grabada para el chacoteo: "lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho".

Luego, uno entiende que la frase es una velada invitación, una súplica. Un hombre que pide no ser tratado con exigencia, que pide "chance", que no lo tundan, que ya no sean tan duros, que digan aunque sea algo bueno de él, dentro del mal en el que está inmerso.

Ya es casi imposible enumerar el montón de expedientes abiertos que ha ido dejando a su paso, y las pifias y escándalos que se le acumulan; el hombre que se supone representa a todos los mexicanos parece que ya no puede sostenerse más, que pende de un hilo, que perdió a casi todas sus comparsas, y sin embargo, todavía sonríe y actúa para las cámaras con el pelo engominado.

Eso, sin duda es algo digno de alabarse.

Todos sabíamos que no era una persona brillante ni confiable, que era la "cara bonita" elegida por un grupo de poder, que no hablaba por sí mismo, que respondía a oscuros intereses, que no tenía capacidades ni elocuencia para gobernar, que si ganaba, efectivamente, "actuaría" el papel de "Presidente"; pero no esperábamos que lo haría tan mal.

No inmutarse e improvisar sus incoherentes parlamentos a pesar del abucheo, ha sido también otro gesto a reconocerle.

¿Sabes, Enrique? Lo bueno de ti casi no se cuenta, pero cuenta mucho. En casa ya sabemos cómo eres, que no todo es tu culpa, que tu tesis profesional no te avala, que no has leído ni tres libros, que estás mal asesorado, que haces lo que puedes; pero luego de la visita de Trump, tu penoso papel ante él, y el escarnio mundial, hay que tener valor para seguir en la escena.

Quisiera que el remedio fuera cambiar de canal o apagar la tele, pero no es así. De nada serviría fingir que tú no eres el Presidente, o que no me representas, o que vivimos en distinto país. Lo bueno para ti es que, aunque quizá seas el peor Presidente que ha tenido México, un pésimo político, un mal gobernante al que nadie le cree nada y todos repudian, no...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR