VIGÍA DE BOLSILLO / Camino a la perdición

AutorSofía Orozco

No me refiero a la desenfrenada vida nocturna de antros, bares, casinos y tables de nuestra metrópoli que, curiosamente, se multiplicó en estos años de Gobiernos "conservadores" y que fluye, se diversifica y permea aun donde la lógica y los Planes Parciales de Desarrollo lo desautorizan.

Tampoco quiero hablar de esos "escabrosos" temas que casi todos los candidatos rehúyen con magistral ambigüedad, y que los que se atreven a tomar postura, lo hacen con tacto de paquidermo y/o reflexión de troglodita: la legislación sobre el aborto (el derecho a decidir), los matrimonios entre personas del mismo género, y la adopción por familias homoparentales, siguen siendo los temas levanta ámpulas, generadores o esfumadores de votos por excelencia. Si bien son temas que nos conducen hacia el reconocimiento de los derechos de los demás, para muchos son motivo de susto y punto de divergencia.

¿Qué hará tu candidato con respecto a la corrupción, el transporte público o la inseguridad?, podríamos preguntar, y no sería descabellado escuchar por respuesta un: no sé, pero ya prometió que no tolerará los matrimonios gays. ¡Ah, bueno!

Lo paradójico del caso es que los hay quienes creen que con el hecho de prohibir a rajatabla todo aquello que les incomoda -como si tuvieran derecho-, por arte de magia, esto desaparece de la realidad.

Como vemos, nada ha cambiado y el tiempo de campañas consiste en ir por ahí diseminando el discurso que cada grupo de electores quiere oír.

Y es precisamente a ese camino al que nos referimos, al camino hacia el 1 de Julio, por el que todo candidato transita con muchas, escasas o nulas probabilidades de ganar.

Desde que se achicaron los tiempos (antes tenían 186 días para arrullarnos o embelesarnos con sus discursos) las cosas se han vuelto más intensas. Ahora sólo cuentan con 90 días de campaña y su mejor recurso es una espotización de miedo. Por eso, no cualquiera las aguanta, y esto va para los dos bandos: el que las actúa y los que las consumimos.

Hay días en que la agenda del candidato comienza con un apurado desayuno departiendo con los industriales de la masa y la tortilla, y termina 12 horas después en una polvorosa esquina de barriada, haciendo jubilosas arengas a favor o en contra de quien haya que hacerlas.

Agreguen los tortuosos traslados (y más en estos días de apocalíptico calor). A cada descenso de la Suburban corresponde una buena tanda de abrazos, palmadas, apretones, peticiones, aplausos y abucheos. Hay...

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