VIGÍA DE BOLSILLO / Odiemos la CNTE

AutorSofía Orozco

Después de varios días en los que el tema de las protestas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ha sido la constante; y después de ver cómo según la fuente es la noticia, no nos queda más que aceptar que: o vivimos en un País en donde nada es de fiar, o de plano somos incapaces de procesar información.

El dicho dice que "la CNTE siempre tiene la razón", pero los promotores de la reforma educativa nos dicen que ésta es nuestra única esperanza. Argumentos van y vienen y, entre las dudas, las mentiras y las múltiples versiones de lo que la nueva Ley del Servicio Profesional Docente significa, se ha desatado un odio maniqueo contra el grupo más visible y más latoso: los manifestantes de la CNTE.

Podríamos pensar que la principal causa por la que los que estamos fuera del embrollo no entendemos la reforma educativa sea la misma que ocasiona la pretendida reforma: no sabemos leer, no comprendemos y ni de broma aprobamos las pruebas de ENLACE y de PISA.

Sí, ya sabemos que somos víctimas de nuestra propia tragedia educativa; pero más allá de nuestro limitado entendimiento, asusta el hecho de que no podemos confiar ni en nuestros maestros ni en nuestras instituciones.

En ambas posturas hay gato encerrado. Escuchar el discurso oficial y escuchar la protesta disidente es como escuchar dos historias sucediendo en distintos países y en distintos momentos.

La evaluación obligatoria a maestros, su despido en caso de ausencia, o una base de datos que ponga fin a los aviadores no nos salvará del resto de nuestros problemas. Una Secretaría de Educación que entrega libros de texto con más de 100 faltas de ortografía, tampoco.

Quitándole lo grandilocuente al asunto, tenemos que los maestros están peleando por su empleo y por sus prestaciones, como lo haría cualquier otro trabajador que teme por su futuro y su supervivencia.

Supongo que tienen miedo a ser evaluados, pero supongo también que un empleo en un ambiente inhóspito, inadecuado, árido y carente de todo (por llamarle así a un tejabán con piso de tierra, pupitres apolillados y sin agua potable -de tecnología ni hablemos-) no es precisamente un sueño laboral.

Bastante gracia tiene quien lo toma y bastante gracia es que su labor dé resultados: un niño que sepa leer, escribir y tenga nociones de aritmética puede considerarse todo un caso de éxito.

No me parece que llevar caos a la Metrópoli sea la mejor manera de protestar, pero tampoco me parece que debamos odiarlos por...

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