Viernes de euforia

Desde el balcón central de Palacio Nacional, el Presidente Ernesto Zedillo encabezó por última vez en su sexenio el Grito de Independencia. Acompañado de su esposa Nilda Patricia Velasco, lanzó porras y vivas a los héroes que nos dieron Patria, y también a la libertad y a la democracia.

El 190 aniversario de la Independencia fue una noche de libertad por partida doble, en la que todo coincidió:

La supresión de la llamada "ley seca" se notó en los bares y restaurantes, en las fiestas familiares. En la Plaza de la Constitución, por primera vez durante 77 años, el visitante pudo comprar "jarritos locos" (refresco con tequila)

y otras bebidas preparadas.

La lluvia de la tarde provocó inundaciones, y el levantamiento del "Hoy no Circula", caos vial en las principales

avenidas y el centro de la ciudad.

La euforia en el Zócalo casi fue incontrolable cuando, en el desfile de artistas, tocó el turno a la banda El Recodo.

En cuanto a la seguridad, al cierre de esta edición, las autoridades reportaron "saldo blanco". Sólo 12 personas habían sido detenidas, nueve de ellas por ingerir bebidas embriagantes en la vía pública y los restantes, por faltas a la moral.

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