Vidas he vivido varias.- Silva

AutorOscar Cid de León

ENVIADO

TLAXCALA.- Las noches oscuras en el rancho de La Estrella Vieja le recuerdan a Federico Silva las noches en el panteón donde vivió de niño, el Español, en la Ciudad de México.

Su padre trabajaba como administrador del cementerio y habitaba con su familia un piso justo arriba de las oficinas.

El contexto nunca imprimió miedo al pequeño Silva, a quien entrado en la adolescencia los compañeros del colegio le apodarían "El Muerto".

Vivió allí de los 5 a los 15 años, y dice que fue feliz en el sombrío espacio que le sirvió de jardín. Cuando el lugar cerraba, a las 6 de la tarde, sacaba su bicicleta y se paseaba entre las tumbas.

Aquellas noches silenciosas y el vaivén del ramaje de los árboles del panteón vienen a su mente en La Estrella, en Amaxac de Guerrero, Tlaxcala, una antigua fábrica textil del siglo 18 que él mismo rescató para adecuarla como residencia desde hace más de tres décadas y donde ahora recibe a REFORMA.

Cumple 90 años el 16 de septiembre y, aunque la ha pasado bien, dice no deseárselos a nadie, porque pesan. Ya no siente la misma fuerza.

Pero se encuentra bien.

Sentado en su sala de La Estrella, rodeado de algunas de las distinciones que ha recibido a lo largo de su trayectoria, entre ellas dos doctorados honoris causa de universidades y el Premio Nacional de Ciencias y Artes, advierte: "He vivido varias vidas, pero las inquietudes y la voluntad por hacer cosas y continuar en la brega siguen estando igual. Eso es lo que me mantiene. No he dejado de tener actividad".

Silva, precursor del arte cinético en México, es un imprescindible dentro de la escultura nacional, artífice del Paseo Escultórico de la UNAM y pieza clave dentro de la generación de la ruptura.

Sus primeros acercamientos al arte serían precisamente los mausoleos de mármol y yeso con los que convivió de niño.

Pudo allí ver piezas realmente "logradísimas", dice.

En una de la esquinas de la sala se levanta una cruz de piedra de su autoría.

En su producción hay muchas, realizadas en múltiples colores y geometrías.

No lo había pensado antes, pero es posible que los panteones hayan influido en su obra más de lo sospechado.

La primera pieza en forma que realizó fue a los 18 años, una pintura abstracta en homenaje a Ígor Stravinsky cuando el compositor apenas si era conocido en México: El Pájaro de Fuego.

Por aquel entonces estaba muy interesado en la música y había pensado en dedicarse a ella, pero terminó por ganarle la plástica, o las plásticas y otras artes...

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