Las vidas que el sismo dejó con fracturas

JUCHITÁN, Oax., enero 21 (EL UNIVERSAL).- Isabel intenta no romperse cuando recuerda el 7 de septiembre, pero es imposible. Esa noche perdió su casa, a su madre y una pierna. La mujer quedó destruida, mutilada; sentada en una hamaca, en la casa de su tía, llora desconsolada. El dolor más grande, el que le cala, es la muerte de su progenitora.

Isabel Bartolo Vera tiene 58 años, es soltera y no tiene hijos. Antes del terremoto vivía con su madre Fidelia, de 84 años, en una casa de teja en Juchitán, la zona más afectada.

El sismo las sorprendió durmiendo, en la confusión, entre miedo y oscuridad, ambas salieron por una puerta lateral. Mientras intentaban avanzar por un pasillo que da al patio, la casa del vecino se les vino encima. Quedaron bajo los escombros, hasta que fueron rescatadas una hora después.

Isabel se enteró luego de un mes que su madre murió la noche del temblor. Su salud, explica, no era lo suficientemente fuerte para recibir la noticia; durante ese tiempo anduvo de hospital en hospital y en ninguno se le atendió adecuadamente la pierna derecha, por lo que tuvieron que amputársela en una clínica privada.

Por lo que consideran una negligencia médica debido a la mala atención, sus familiares interpusieron una queja contra el Hospital de Especialidades de Salina Cruz, pero no prosperó. Y mientras Isabel estaba hospitalizada, los verificadores de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) no censaron su casa; por ello, se quedó sin el apoyo federal para la reconstrucción de su vivienda.

A más de cuatro meses de la tragedia, personal de la Sedatu sólo le ha sugerido a la mujer ir hasta la Ciudad de México para exponer su caso, pero no tiene los medios para transportarse.

Cuatro meses de postrada. Eusebia Rasgado Martínez, de 71 años, lleva cuatro meses y medio postrada en una cama. Su casa se le vino encima la noche del sismo y le aplastó la mitad del cuerpo. Su pierna izquierda se fracturó, por lo que tuvieron que operarla y ponerle una placa de aluminio que su cuerpo rechaza porque tiene diabetes.

Aunque Eusebia cuenta con seguro médico, las pastillas para soportar el dolor las tiene que comprar por su cuenta porque hay desabasto en el sector salud. También tiene que adquirir los pañales que usa, ya que no puede moverse de la cama. Durante todo el día su pie se mantiene vendado para evitar que la placa expuesta se contamine.

A pesar de la gravedad, Eusebia debe atenderse en casa porque el sismo borró el...

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