La vida por un score

AutorMarcela García Machuca

1 "Si tú decides hacerte ladrón o suicidarte, te voy a llorar lágrimas de sangre, pero yo ya no puedo ayudarte. Han sido 10 años de promesas. Fuiste el rey, el monumento de las mentiras".

La madre de David agotó sus energías hace tiempo, ella fue quien tomó con más intensidad el caso de su hijo.

Para cuando él decidió internarse en una clínica siquiátrica había ya transcurrido la tercera parte de su vida apostando.

No tocó fondo cuando falsificó un cheque, tampoco cuando perdió un carro. Se sintió en un pantano obscuro sólo cuando se dio cuenta de los años que habían pasado de esa manera, que había dejado de ir a fiestas, de conocer gente, que sus papás no podían oír el televisor transmitiendo el futbol en su habitación sin que les diera un vuelco helado en su corazón.

El día que se internó David empezó su camino de vuelta. ¿Cuánto le costaría desandar lo andado?, ¿llegaría al punto donde todo inició?, ¿volvería a ser el de antes?

David es un seudónimo para un joven regiomontano de 28 años, de clase media, con una carrera universitaria truncada, sin novia, sin carro y con una deuda de 80 mil pesos.

La primera vez que escuchó de apuestas fue en una reunión de Fin de Año en 1990. No existían aquí ni el Club 21 ni los Caliente, todo era ilegal y clandestino.

David creció en una familia donde nadie apuesta, pero esa noche un pariente comentó sobre las casas clandestinas -hasta el día de hoy la madre no le perdona haber abierto esa puerta en la mente de su hijo de 17 años-.

Tan pronto llegó de las fiestas de Año Nuevo, David y un amigo fueron a la casa de apuestas que estaba, y quizá aún esté, por Calzada Del Valle, una supuesta agencia de viajes donde tomaban apuestas de deportes.

Esa vez David apostó al basquetbol. Ganó algo, también perdió. En eso consistió que fuera la siguiente vez: la posibilidad de ganar mucho o de recuperar lo perdido era como un dulce.

"Para cuando acordé iba todos los días", cuenta David.

Le gustaba "ponerle lana" al futbol americano y al basquetbol, que son los dos deportes más comunes entre los apostadores. Se hizo experto, conocía las reglas y sabía si había jugadores claves lesionados y esas cosas -hay apostadores que checan el clima donde se realizará el juego o quiénes van a ser los árbitros-.

A esa edad, David solía traer unos 500 pesos en la bolsa, a veces perdía todo, pero con cualquier pretexto pedía más.

"El apostador inventa mil cosas para conseguir dinero. Y muchas veces te acabas tu dinero y luego sigue el de otro que no es tuyo", cuenta.

"Descuidé mi carrera porque según yo iba a hacer un trabajo y me iba para allá".

Las deudas lo inquietaban tanto, que dejó la universidad poco antes de terminar.

2 Terminado cada juego de futbol americano, se forman los roles de los de la siguiente semana. Unos tres días antes los sports books de los principales casinos de Las Vegas (formados por expertos) publican "la línea", es decir, la diferencia con la que los favoritos deben superar a sus oponentes para que las apuestas se ganen.

Una de las líneas para el Super Bowl de este domingo dice que...

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