¡Una vida de 100!

AutorSofía Madero

Como una persona excepcional, plena, generosa y altruista es como se recordará a Berta Salinas de Garza Zambrano, quien falleció el pasado 11 de enero, a los 100 años de edad.

Fue una esposa dedicada, una madre fuerte, una abuela y bisabuela tierna, con activa fe en Dios. En su niñez y juventud fue una persona entrañable, siempre rodeada de amigas y amigos.

Nació un 25 de mayo de 1920. En 1945 se casó con Felipe Garza Zambrano (+), con quien tuvo cinco hijos: Felipe, Berta, Alejandro, Rodrigo y José Antonio Garza Salinas (+).

Perteneció al Club Chupamirtos, uno de los primeros clubes sociales en Monterrey, el cual se fundó en 1930 afuera del Colegio, donde hoy es la Escuela Superior de Música y Danza.

Ella convivió muchos años en este Club formado por 25 niños y 25 niñas de la sociedad regiomontana de ese entonces. Don Othón Páez Garza fue el último Chupamirto y Berta Salinas de Garza Zambrano la última con vida de este club.

Quienes tuvieron la dicha de conocerla, reconocieron su trascendencia, especialmente al apoyar a los más vulnerables.

Formó parte del patronato fundador de la Escuela Guadalupe Colegio del Sagrado Corazón, hace más de 56 años, obra que continúa al servicio de la comunidad.

Se destaca su amor incondicional por Pepe Toño, el menor de sus hijos, quien nació con Síndrome de Down, por lo que fue firme y visionaria al incluirlo en la vida cotidiana. Él murió el 7 de enero del 2021.

Berta apoyó a diferentes especialistas de lenguaje, psicomotricidad y educación física, mientras que su hijo fue alumno del Instituto Down de Monterrey, UNIDOS Monterrey y parte del Programa PISYE en la UDEM.

Fiestas, posadas y roscas de reyes no podían faltar cada año entre ella y su familia. Su espíritu trasciende con su ejemplo de vida.

EN VOZ DE SUS SERES QUERIDOS

"Con mi Tita se rompió el molde. Encantadora, valiente, generosa, visionaria, alegre y cálida. Tan fuerte y dulce.

Su matrimonio con mi Tito era algo especial; lleno de historias, detalles, amor profundo y complicidad. Su güerito.

Mamá incondicional, amiga entrañable, abuelita y bisabuelita consentidora y cariñosa.

Le encantaba tener su casa llena de amigos y familia, y desde que llegabas, te hacía sentir apreciado y querido. Disfrutaba cada momento, y para ella, siempre había una razón para celebrar, o una nueva aventura por vivir.

Tenía una increíble capacidad para conectar. Cuando estabas con ella, te daba toda su atención, y no se le olvidaba un detalle, del cual te preguntaría...

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