Viajando Ligero / Secreto vacacional

AutorJim Budd

Para belleza y tranquilidad, no hay destino marítimo en México que llegue a igualar a Loreto, en el litoral del Mar de Cortés en Baja California Sur. Cuarenta meses después de la inauguración del Camino Real Loreto, decidí regresar y ver cómo van las cosas. Ha habido unos cuantos cambios en la zona, pero todos para mejorar.

Loreto sigue siendo el secreto vacacional mejor guardado de México. Esto es sin duda angustiante para Fonatur, que en los últimos 20 años más o menos ha estado tratando de convertir Loreto en otro Cancún, o por lo menos en otro Ixtapa, y sin mucho éxito.

Fonatur edificó y pagó el Camino Real, donde a veces la mitad de los cuartos están vacíos. Alojarte allí, donde la árida Sierra de la Giganta se precipita a un mar azul cobalto, te da la deliciosa sensación de tener todo este espléndido resort casi para ti solo. Y eso es bueno, porque la alberca es bastante pequeña. Como las aguas frente a la amplia y hermosa playa son mansas y no cubren más allá de la cintura a 100 metros de la costa, ¿quién necesita una alberca?

Por suerte hace el suficiente calor para nadar en esta época del año. Ciertamente puede llegar a ser bastante caluroso. Los ardorosos veranos y los helados inviernos pueden ser la razón de su lento desarrollo vacacional. En julio, por lo menos a veces, soplan las brisas.

A cualquier hora los golfistas pueden iniciar el juego en el hermoso campo adjunto al hotel. Cercano, además, está quizá el centro tenístico más espléndido "y el menos utilizado" de todo México. En la playa hay kayaks y pequeños veleros, así como pangas en espera de llevar a los pescadores deportivos a buscar sus presas y a otros a salir a mar abierto a jugar con leones marinos o quizá acercarse a una ballena azul. Las ballenas grises, más abundantes, sólo pueden verse en los meses invernales cuando bajan nadando desde las aguas de Alaska.

En el pueblo se alza la primera de una serie de misiones edificadas en el siglo 18. Se extienden hasta San Francisco en lo que entonces era la Alta California; el museo de la Misión Loreto cuenta la historia. Los amantes de la aventura pueden gestionar excursiones para visitar la Misión San Javier allá arriba, en las escarpadas y áridas colinas. Yo preferí holgazanear en el propio Loreto, recorriendo sus encantadoras callecitas, saboreando toda esa tranquilidad.

Casi lo único que se echa de menos es la vida nocturna. Tampoco tiene caso ir a la caza de algo parecido a una discoteca en el centro de Loreto...

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