Viajando Ligero / El sabor de Morelia

AutorJim Budd

Los churros y el chocolate caliente tienen un especial sabor agradable cuando se sirven en un café al aire libre debajo de los arcos frente a la majestuosa Catedral de Morelia.

Al igual que los churros y el chocolate, Morelia es una amalgama de España y México. Ciudad capital de Michoacán, antiguo Reino de los Tarascos, la Morelia de hoy es una señorial ciudad universitaria, algo europea en su aroma, donde en el rostro ambarino de las estudiantes de aulas mixtas los oscuros ojos centellean debajo de una negra cabellera.

Fundada en 1541 y trazada en 1570, Morelia ha logrado conservar un carácter y una proporción de agradable arcaísmo, incluso cuando tantos otros centros históricos han sufrido reordenación, terremotos y descuido. La ciudad pasó sus primeros 286 años como Valladolid, y luego en 1827 cambió su nombre por el de Morelia para honrar a su heroico hijo nativo, José María Morelos.

Y ahora está apenas a unas pocas horas de la Ciudad de México. Bueno, tal vez varias horas. En mi última visita fui en autobús. Es más tardado pero más relajante. Y relajamiento era lo que yo buscaba.

Mis hoteles favoritos se remontan a la época de Valladolid, pues el hotel Soledad fue edificado por órdenes de un tal Don Miguel Alemán a principios del siglo 18. El hotel Virrey de Mendoza, igualmente venerable, es otra tentación, y ahora tenemos Los Juaninos, antaño monasterio de alguna orden. Los Juaninos, así como el Villa Montaña, son miembros de Hoteles Boutique de México, pero el exquisito Villa Montaña está, para mi gusto, demasiado lejos del centro de la ciudad. El Villa, en cambio, presenta un excelente comedor, al igual que todos esos hoteles. Los churros y el chocolate sólo llegan hasta ahí.

El distrito histórico de Morelia no es una pizca de viejos edificios, en realidad abarca 120 manzanas. También cubre más de cuatro siglos, desde la iglesia y monasterio de San Francisco, austeros y semejantes a una fortaleza, de construcción iniciada en 1530, hasta el ecléctico Palacio de Justicia, edificado en la década de 1880 por un ingeniero belga llamado Guillermo Wodon de Sorinne. Descuella sobre todo lo demás la majestuosa catedral, una de las más altas y hermosas de México. Pero en toda la ciudad, la reliquia tal vez más sorprendente es el acueducto de dos kilómetros de largo, acabado a fines de los 1700; desde 1910 ya no lleva agua. De todo eso me enteré a bordo del pequeño trolebús panorámico que sale más o menos cada hora frente a la Catedral.

La...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR