Viajando Ligero / Oaxaca, para siempre

AutorJimm Budd

Hace muchos años, vi a Humphrey Bogart en la película "El Tesoro de Sierra Madre" (John Huston, 1948), en la que encarnaba a un vagabundo que pedía monedas a sus compatriotas para "un hombre que había perdido su suerte" en los cafés al aire libre de una plaza en Tampico. Cuando visité por primera vez Oaxaca, decidí que quería ser como Bogart, pero en esta ciudad del sur. Es una ambición que no he cumplido, pero aún tengo mis sueños.

Tampoco han desaparecido los viajeros que frecuentan los cafés al aire libre de los portales en la plaza. Tríos, marimbas y un saxofonista se turnan para entretener a los comensales. En realidad, son dos plazas contiguas, cada una con un nombre diferente que no logro recordar y que tampoco importa, pues todos las conocen como zócalo. La ciudad de Oaxaca encanta, quizá porque a Mc Donald's y Starbucks, por no hablar de Sanborns y Vips, se les prohibió hace tiempo colocarse en el centro histórico.

Sí, es verdad que han habido problemas. Un día me encontré con muchos manifestantes que protestaban no sé por qué. En Oaxaca, lamentablemente, los pobres tienen mucho de qué protestar, pero hay esperanzas de que las cosas mejores. Y eso ya es un cambio.

Pero lo que más me sorprendió es que viajeros de todo el planeta han encontrado el camino a esta ciudad y que pocos mexicanos han estado ahí. Son más los que han visitado París que Oaxaca (creo que debería ampliar mi círculo de conocidos). Pero esta ciudad lo tiene todo, menos una playa, pero eso también lo va a obtener... algún día. La autopista que conduce al Océano Pacífico se prevé esté terminada antes que concluya este siglo.

Aunque aquí el misterio, al menos para mí, es por qué alguien querría salir de Oaxaca. En esta ciudad no se puede estar aburrido. Los turistas más dedicados pasan la mayor parte de dos días recorriendo las zonas arqueológicas de Mitla y Monte Albán, donde los mixtecos y zapotecos estuvieron involucrados con la construcción de cada una. Los aztecas conquistaron y gobernaron la región hasta la llegada de los españoles. Hernán Cortés, incluso, ganó para sí el título de "Marques del Valle de Oaxaca", a pesar de que dominó casi todo lo que había sido el imperio azteca. Ahora que los aztecas y los españoles se han ido, Oaxaca bien podría llamarse ciudad zapoteca, una vez más.

Para quienes los sitios arqueológicos no despiertan su pasión por la exploración, todavía quedan los pueblos de los alrededores de Oaxaca. El más conocido es San Bartolo...

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