Viajando Ligero / Desierto alucinante

AutorJim Budd

Matehuala es algo más que la puerta de entrada a la ciudad perdida de Real de Catorce, distante 52 kilómetros por una carretera empedrada hecha para diligencias jaladas por caballos. El municipio es también el lugar donde se cosen las prendas para las tiendas Victoria's Secret, pero como en Matehuala no hay exhibiciones de moda, eso no es un gran atractivo. Más importante resulta que Matehuala es la ciudad reina del Altiplano Potosino, tierra mágica, ciertamente tierra sagrada para peregrinos, tanto cristianos como paganos.

Los cristianos son los peregrinos que llegan cada otoño a adorar la imagen de Panchito, San Francisco de Asís, en el Templo de la Purísima Concepción en Catorce. Los huicholes, cuyas peregrinaciones pueden obligar a fatigosas marchas de 45 días por unos 500 kilómetros, vienen a comulgar con sus dioses en las sagradas colinas de las afueras de la antigua ciudad minera de Huiricuta, como la llaman los huicholes.

Es una reserva ecológica y hace poco, quienes practican eso que hoy recibe el nombre de turismo alternativo han estado llegando en sus propias peregrinaciones. El turismo alternativo, según explicó un experto, puede ser un turismo de aventura destinado a desafiar el ambiente y hacer que fluya la adrenalina, o puede ser ecoturismo, que sencillamente admira y aprecia las maravillas de la naturaleza. Además, existe el turismo rural que nos enseña las costumbres, la cultura y las tradiciones de quienes no viven en grandes ciudades; el suyo es un modo de vida muy distinto.

Las giras se realizan trepados en Willys, que son camionetas Jeep de 50 años de antigüedad hechas por una compañía llamada Willys, el fabricante original de los Jeeps militares. Las camionetas fueron los primeros Jeeps que se montaron para el mercado civil en un vano esfuerzo por mantener ocupada la compañía Willys después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Willys ya no está con nosotros, pero las camionetas Jeep sí lo están, y son vehículos muy robustos y duraderos.

Esos Jeeps se han modificado. Los pasajeros pueden ir sentados agarrándose al techo conforme los vehículos dan bandazos por estrechas y retorcidas rutas montañosas construidas para llegar a unas minas que fueron abandonadas hace unos años. Ahí podrá sentir la emoción del turismo de aventura. Es cierto que uno ha de gastar energía al trepar al techo y otra vez al bajar. Yo preferí ayudar al chofer sirviéndole de copiloto. La sola mirada a los precipicios desde la ventana me daba un...

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