Viajando Ligero/ Arte en el baño

AutorJim Budd

Hay tantas cosas que ver y hacer en San Antonio que siempre salgo de ahí con la intención de regresar y vivirlas todas. ¡Y vaya si regreso! Al correr de los años he pasado algún tiempo en los Museos de Arte de McNay, de Witte y de San Antonio y me he quedado boquiabierto ante una orca retozona en Seaworld y he acudido a las funciones del Fiesta Texas, que, como Reino Aventura en la Ciudad de México, ahora es un Six Flags Park.

Y no debo olvidarme del Alamo, la vieja misión que es un "Monumento a la Revolución Texana". Ahí, en 1836, combatieron colonos, la mayoría anglófonos, bajo una bandera mexicana que llevaba la inscripción "1824". Querían restaurar la constitución federal original, suprimida por el general Antonio López de Santa Anna. Cuando los texanos se rebelaron, Santa Anna ordenó a sus tropas que los masacraran. Fue después de eso cuando los texanos pidieron la independencia.

Cuando estoy en San Antonio siempre hago un hueco para echar un vistazo a las plazas comerciales de Northstar y Rivercenter. Y los restaurantes de San Antonio son algo especial. Tal vez sea fácil de contentar, pero en mi última visita sólo guardo el recuerdo de una comida que no fuera excelente.

Pero el punto culminante de mi viaje fue una atracción que no tuvo igual. Me detuve en el Museum of Toilet Seat Art (Museo del Arte de Tapas de Excusado).

Singular es la palabra que mejor lo describe. El Museo del Arte de Tapas de Excusado es famoso a su manera. Las exposiciones se han mostrado en varios programas de televisión, y el establecimiento mismo ha sido listado, al lado del Museo de las Cucarachas y el Ovillo de Cordel más Grande del Mundo, como uno de los lugares más insólitos que se pueden visitar en Estados Unidos.

Como otros muchos, entré con la idea preconcebida de verlo todo con desdén y burla. Pero sin saber por qué salí encantado.

Barney Smith, maestro plomero de 82 años de edad, ahora jubilado, abrió el museo en su garage, que era parte de una casa en Alamo Heights; el Beverly Hills de San Antonio.

Todo empezó cuando Smith, que enseñaba plomería en una escuela técnica, necesitó un marco donde exhibir ante sus alumnos las herramientas de su ramo. Escogió una vieja tapa de excusado porque tenía una a mano y le pareció adecuada. Sobre ella pegó unos cuantos alicates, llaves inglesas, martillos y todos los demás cacharros utilizados por los plomeros.

El concepto dejó encantados a sus colegas instructores. Muchos trajeron a sus amigos al salón de clase de...

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