Otra vez la timidez hacendaria

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)David Ibarra Analista políticoEL UNIVERSALComo señalé en mi artículo anterior, el precario sistema impositivo nacional constituye una de las más grandes fallas institucionales de la economía. La baja tributación estorba el crecimiento, limita la política social y obstaculiza los pactos sociales, rotos por el cambio de modelo económico con la globalización. La carga tributaria en México (2006) es 2.6 veces inferior a la del promedio de países de la OCDE, la de impuestos directos 2.8 veces inferior y la de los gravámenes indirectos 2.4 veces más pequeña.Con todo, las menguadas recaudaciones no son el problema único. No sólo se trata de generar más recursos para sostener y ensanchar el abasto de bienes públicos. Importa corregir las deformaciones estructurales que estorban la modernización tributaria del país. Abundan distorsiones acumulativas en la distribución de las cargas, en la débil respuesta de las recaudaciones al crecimiento económico, en hacer inviable las políticas contracíclicas y en facilitar la alteración de los gravámenes en respuesta a presiones de grupos de interés.Examinemos algunos casos conspicuos. La reducción de la progresividad del ISR a las personas representa un caso paradigmático del empobrecimiento de la equidad impositiva. La tasa máxima se hizo caer más del 50% al 30% entre 1980 y 2009. Sin tomar en cuenta que 10% de los más ricos tienen 40% del producto, mientras el 10% más pobre tiene apenas 1%. El grueso de los países industrializados y muchos en desarrollo mantienen tasas máximas muy superiores a las personas y las vienen subiendo frente a los imperativos de la crisis. A lo anterior se añade la débil tributación nacional a las ganancias de capital, a las herencias y legados o a la propiedad inmobiliaria.Recuérdese, cuando se incorporó el sistema impositivo mexicano al régimen competitivo de la globalización, se redujeron e igualaron las tasas máximas de la progresividad del ISR a las personas y a las empresas. No se advirtió que la mayoría de los países fija cargas mayores a las personas y menores a las empresas por quedar estas últimas abiertas a la concurrencia internacional para atraer inversiones. De aquí que el promedio de esas tasas de la OCDE sea de 40% para las personas y del 28% para las corporaciones. En nuestro caso, hay un doble problema, se abaten innecesariamente las recaudaciones y se violenta la equidad impositiva. Las autoridades...

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