Veredas de México / ¡En Chihuahua se agiganta el alma!

AutorAntonio Suárez

Chihuahua dilata el alma. Su grandeza no sólo se expresa en el verdor de sus valles o el color de sus rocas; en sus desiertos, barrancas o en sus jugosísimas manzanas; ni siquiera en la figura de Villa. Chihuahua es todo y antes que todo, es grande por su gente que hace de este lugar una experiencia de calidez humana entre bellos paisajes.

Conocer el norte de México nos llevará mucho tiempo, pero eso sí, quererlo, luego luego.

El destino más visitado son las Barrancas del Cobre y sus alrededores; sin embargo, son muy pocos los visitantes que se adentran más allá de los típicos miradores y esto se debe principalmente a la falta de información desde el inicio del viaje.

El punto de acceso más conocido para adentrarse a las Barrancas es Creel, antiguo pueblo minero que con los años se convirtió en maderero y que en la actualidad combina esta actividad con el turismo. Aquí es donde el visitante suele planear su ingreso a la zona y, para los viajeros menos familiarizados, es un excelente lugar para enamorarse de las caminatas y los paseos sobre veredas con los que se podrá confirmar que el verdadero turismo en la naturaleza no implica exclusivamente el hospedaje en cabañas, sino las actividades al aire libre.

En esta región el paseo más común es al ejido de San Ignacio de Arareco que tiene bellos paisajes y donde es fácil caminar en el campo. Cuenta con una oficina en Creel donde disponen de mapas e información para visitantes autónomos, así que el visitante podrá salir por su propio pie rumbo al panteón y por la misma brecha llegará hasta una de las múltiples casetas de entrada. En lo particular, recomiendo ir en bicicleta, ya que el camino cuenta sólo con una ligera pendiente al inicio.

Al llegar a la caseta pagará una cuota de 15 pesos y casi todo el ejido cuenta con señalización sobre las brechas hasta llegar a los Hongos, unas formaciones rocosas que con la erosión se han transformado en llamativas figuras parecidas a las que los niños hacen cuando juegan con plastilina. Para accesar a este valle se transita un kilómetro y medio a través de floridos paisajes, donde saltan a la vista la grandes rocas labradas por el viento y el sol.

El camino continúa rodeando al pueblo de Arareco hacia el noreste. Por éste se puede acceder a las áreas agrícolas y forestales, donde encontrará principalmente ocotes. El paisaje es como una sabana extendida con pendientes muy moderadas que nos invitan a subir de una a otra para ver el punto más atractivo y así...

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