Vence Ciudad Juárez miedo con la ópera

AutorHugo Roca Joglar

REFORMA / Staff

En Ciudad Juárez pueden verse hasta dos producciones de ópera la misma semana. Es la localidad que más arte lírico tiene al año, con cuatro títulos, después de la Ópera de Bellas Artes, que presenta seis.

"Nuestro presupuesto anual es de 10 millones de pesos. Nueve los pone la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y uno el Gobierno de Chihuahua. Con eso montamos seis conciertos sinfónicos, un ballet y cuatro óperas, dos en mayo durante el Festival Ópera en el Desierto y dos en el segundo semestre", afirma Servando Pineda Jaimes, Director General de Difusión Cultural y Divulgación Científica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

El teatro Hugo Rascón Banda del Centro Cultural Paso del Norte, donde caben mil 600 personas, es la sede.

Situado en la zona Pronaf, construida a finales del siglo 20 para impulsar el turismo, con retenes militares cada 500 metros y decenas de patrullas de la Policía federal recorriendo las calles, se ha convertido en una zona relativamente segura.

Tiene bares y discotecas alrededor que cierran hasta las cuatro de la madrugada. Ahí están también los hoteles de cadenas extranjeras.

"En cinco años hemos montado 21 óperas y cada una cuesta en promedio un millón de pesos. Las más caras han sido La Bohéme (Puccini), en 2010, y Tosca (Puccini), en 2011, que costaron un millón 100 mil pesos cada una", explica Pineda Jaimes.

Una producción promedio de la Ópera de Bellas Artes es seis veces más cara. Según datos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), proporcionados a través del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), Lucia de Lammermoor de Donizetti, presentada en noviembre de 2007, costó 6 millones 696 mil 485 pesos.

También hay una diferencia en el precio de las entradas: en la sección luneta en Bellas Artes cuesta en promedio 450 pesos; en Ciudad Juárez, 200 pesos.

"Se me hace increíble que aquí pueda existir la ópera. No podría explicarlo bien, pero la orquesta y los cantantes me producen la sensación de que es posible ir disipando la maldad a través del arte", dice Ana Mendoza Riego.

Ella tiene 35 años y vive preocupada por su hijo Jaime, un adolescente que gusta de ir con sus amigos a los bares, considerados lugares de peligro.

"En cinco años he visto 21 óperas y eso de alguna manera me ha permitido seguir aferrada a la vida. Temo, sí, pero no estoy escondida. Intento hacer cosas, recorro mi ciudad y voy a la ópera para demostrarme así que estoy bien, defendiéndome"...

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