Las venas abiertas... (II)

La mañana del 22 de abril de 1992 el primer estallido abrió las venas de Guadalajara...

Explotaron casi 14 kilómetros del Colector Intermedio de Oriente en el Sector Reforma, dejando una estela de muerte.

Después de la tragedia, el entonces Gobernador Guillermo Cosío Vidaurri tildó a los damnificados de "niños chiquitos".

"Los habitantes seguramente fueron advertidos, pero no es fácil para una persona tomar una determinación.

"Les dicen no te subas a esa barda porque te vas a caer, y yo me subo a la barda sabiendo qué puede suceder, pero me atengo a que en un momento dado a lo mejor no ocurre".

Aseguró que el personal del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y de Bomberos del Ayuntamiento estuvo trabajando desde las 3:00 horas del 21 de abril de 1992 previniendo a la población y destapando alcantarillas.

El periódico local Siglo 21 publicó una plana completa acerca del peligro de una explosión... sólo unas horas antes de que ésta ocurriera.

"¿Como es posible que no nos hayan advertido nada si desde ayer (el martes 21) anduvieron los bomberos por aquí?", cuestionó una vecina de Fray Antonio de Segovia, una de las calles dañadas.

En su edición especial del 22 de abril, Siglo 21 reseñaba:

"Eran las 9:40 de la mañana cuando Trinidad López Rivas, jefe del cuerpo de bomberos, confirmaba su aseveración del día anterior, respecto a que no había peligro y que la situación estaba bajo total control".

A 29 minutos de la afirmación de López Rivas, empezaron las explosiones entre la Antigua Central Camionera y el Mercado San Juan de Dios; y hacia el Oriente, desde la Avenida 20 de Noviembre, hasta la Calzada del Ejército.

La primera ocurrió justo en 20 de Noviembre y Gante.

Estos son algunos testimonios de personas han padecido secuelas.

HAY UN DIOS...

La recurrente visita de Micaela Morales Gutiérrez al hogar de su madre con domicilio en la Calle Gante 529, del Barrio de Analco marcaba el 22 de abril de 1992.

De la mano de su hija, Gabriela Torres Morales, una explosión la sorprendió mientras platicaba con una de sus vecinas a la espera de que su madre abriera la puerta.

"De repente se abrió la tierra, la loza, me levantó, me bajó, me dejó crucificada; nomás se me veían las dos manos", recordó el 22 de abril de 2017, a cinco lustros de la tragedia.

Sepultada entre escombro, su hija Gabriela al igual que otras manos solidarias la sacaron para llevarla entre kilómetros de calles destruidas a la Clínica 46, donde fue atendida.

Su madre y su hija...

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