El vate Rubalcaba

AutorAndrés Henestrosa
Páginas363-364
El vate Rubalcaba
Hace apenas ocho días prometimos a los lectores consignar en esta Alacena las
defunciones que fueran ocurriendo en México, en el campo de la literatura
nacional. Mal año para las letras nacionales fue el de 1955, decíamos. Ojalá
que éste que ahora comienza no las enlute tanto, agregábamos. Pero he aquí que
apenas iniciado, cuando ya tenemos que lamentar dos bajas en las filas de
la literatura mexicana: la de Gilberto Rubalcaba, periodista, fundador de El
Nacional, cronista parlamentario, poeta manifiesto en sus primeros tiempos
y después sólo furtivo, y la de Rafael García Granados: el viernes seis el uno y
el sábado siete el otro. Dos hombres distintos, dos escritores de diferente
dimensión y significado, pero los dos con un quehacer concreto en la vida
cultural de nuestro país, en la que todos alcanzan igual categoría y para la que
no hay diferencias.
Gilberto Rubalcaba era originario de Jalisco, en cuya capital, la ciudad de
Guadalajara, había nacido hacia 1895, aunque no falte quien asegure que fue
su cuna Santa Ana de Acatlán, de aquella misma entidad federativa. Con esto
de que habitualmente los escritores mexicanos, quizá por modestia, tal vez
por despego, o por las dos cosas juntas, no proporcionan sus datos biográficos,
así fuera en apuntes de carácter personal, tenemos que encontrarnos frecuen-
temente con que ni siquiera sabemos dónde y cuándo han nacido. El caso no
es único, sino por el contrario, muy regular en nuestra vida literaria, y del que
no se salvan ni aquellos que una mayor fama han alcanzado. Pues bien, tal
cosa ha ocurrido con nuestro compañero de redacción el Vate Rubalcaba como
cariñosamente le llamábamos, o Rubal, como solía firmar sus crónicas y le
nombraban algunos amigos y compañeros. Hasta su propio periódico, éste que
es también el mío, no proporcionó ninguna fecha relativa a su nacimiento y a
los primeros años de su vida. Sea como fuere, se sabe que Gilberto Rubalcaba
vino a México todavía muy joven, pero cuando ya había hecho sus primeras
armas, ya como redactor, ya como director y fundador de periódicos, en su
nativo Jalisco. En esta ciudad recorrió diversas redacciones con vasta fortuna
y en todas dejó huellas de su paso, por su honestidad profesional, por su afán
de servir lealmente a los lectores. Al fundarse El Nacional, en el año de 1929,
Rubalcaba formó parte del primer cuerpo de redactores y fue escalando en
esta casa cargos de responsabilidad que fueron desde jefe de información has-
ta la jefatura de redacción. De dos maneras sirvió Gilberto Rubalcaba al pe-
AÑO 1956
ALACE NA DE MINUCI AS 363

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