Van los penales del caos a la calma

Todavía el año pasado aquí era tierra de nadie. O no: era tierra de los cárteles.

Reflejo perfecto de la violencia y la degradación que ha sufrido la entidad en los últimos años, los penales de Nuevo León eran inaccesibles por el férreo control de la delincuencia, pero a partir de la toma de los centros en noviembre por el equipo dirigido por Eduardo Guerrero Durán, asesor penitenciario del Gobierno del Estado, las cosas han cambiado.

Por primera vez un medio de comunicación tuvo acceso a todos los centros penitenciarios estatales: los penales Topo Chico, Cadereyta y Apodaca, así como los reclusorios para mujeres y para menores de edad. Todos cuentan desde noviembre con nuevos titulares.

Ninguno fue presentado ante la ciudadanía. Los directores son Ricardo Ibarra de la Vega, de Cadereyta; Carlos Daniel Gutiérrez, de Apodaca; Juan Martín González, del Topo Chico; Xóchitl Estrada Ornelas, en el Femenil, y Sergio Heredia, en el Tutelar. El Comisario de Administración Penitenciaria es Raúl Ferráez Arreola. Todos trabajan desde hace años con Guerrero Durán y han dirigido centros penitenciarios en estados como Sonora y Chihuahua.

Durante los recorridos la mayoría de las personas privadas de la libertad, o PPL, como se les llama ahora, estuvieron contenidas en sus dormitorios, todos vestidos con pants gris y camisetas blancas, afeitados y rapados. Cuando las autoridades o las visitas pasan, los internos bajan la vista, colocan las manos hacia atrás o se ponen de frente a la pared.

Ni uno de los dormitorios luce obstáculos que impidan la vista al interior y todo se muestra limpio. Los titulares de los tres centros para hombres afirman que, a su llegada, sacaron centenares de toneladas de basura entre cobertizos...

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