¡Vamos mijas! / Los juegos del hambre a la mexicana

No hay duda que nuestro país ha cambiado mucho. Nunca me imaginé ver las cosas que ahora veo. Leer lo que nos cuenta las noticias. Quizá por mi edad todavía me asombro.

Al caminar por las calles de esta Ciudad, a la que adoro y, en la que he vivido toda mi vida, día a día veo imágenes urbanas que me destrozan el alma.

Lamentablemente para los niños, caminar entre gente que pide dinero o comida, niños que se disfrazan de payasitos, que caminan o se acuestan sobre vidrios, limpian parabrisas que apenas alcanzan. Es normal, lo ven todos los días. Esto, simplemente no es de Dios.

Todos los días, salen a nuestro paso, como tortugas ninjas, de las alcantarillas, cientos de personas, en su mayoría hombres con la misma estampa. Gorra, mochila en la espalda con una cobija enredada en ella. Casi descalzos, con huellas evidentes de haber pasado por todo. Hambre, sueño, sed, frío, miedo, soledad, humillación e injusticia. Son los cientos de migrantes que están asentados o van de paso por nuestro territorio. Estas personas han dejado su propio país en busca de mejor vida. Imagínese, si vivir lo que viven aquí para ellos es mejor vida, cómo vivirán allá. De qué infierno escaparían para arriesgar la vida en este purgatorio con la idea de entrar al "cielo", que para muchos es Estados Unidos. En qué condiciones vivirán, que un día deciden dejar todo atrás, ver hacia adelante, sin saber siquiera si van a morir, llegar a la meta, alcanzar el sueño americano, volver a ver a sus seres queridos.

Uno de menso se emociona con series de tele como Lost, Survivors, películas como Los Juegos del Hambre, Rápido y Furioso, como si fueran historias de ciencia ficción. Cualquier travesía de migrantes tiene más acción, sangre, riesgo, adrenalina. Algunos no viven para contarla. No pasan ni la primera...

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