Valor por convicción

JUCHITÁN, Oax., agosto 22 (EL UNIVERSAL).- A toda prisa, Mauricio sacó a su padre dializado de entre los escombros de la casa de teja que colapsó ese 7 de septiembre. Como pudo lo puso a salvo y salió corriendo hacia la central de bomberos. En 20 minutos atravesó la ciudad de Juchitán ya en ruinas; no se detuvo, sabía que los minutos eran decisivos. La encontró convertida en un refugio para heridos. Esa noche de 2017 fue la más larga que ha pasado en sus 28 años de vida. Después, no dormiría por cinco noches más.

Mauricio Jiménez Flores es uno de los 15 bomberos que forman parte del Honorable Cuerpo de Bomberos de Juchitán de Zaragoza, uno de los ocho que posee el estado de Oaxaca y el único en el Istmo de Tehuantepec que está incorporado a la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca (SSPO).

Aunque la refinería Antonio Dovalí Jaime de Salina Cruz tiene su cuerpo de emergencia interna, al igual que la empresa Cruz Azul en Lagunas, los bomberos zapotecas de Juchitán son los únicos que atienden a 10 municipios del Istmo y tienen en sus manos las 200 mil almas de las personas que los habitan.

La noche del sismo, sólo seis bomberos estaban de guardia, el resto descansaba. Uno de ellos despertó debajo de los escombros y sus compañeros se enteraron cuando ya estaba en el hospital. Dos perdieron familiares y todos sufrieron daños en sus viviendas. Aun así el deber los obligó a abandonar a los suyos para salvar a los otros, a quienes exigían su ayuda para rescatar vidas y patrimonio.

"Esa noche fue muy larga y estresante, nadie se fue a su casa en cinco días. A penas y pestañábamos, por lapsos, algunos cerrábamos los ojos, pero las emergencias nos levantaban. Yo salvé a mi padre y corrí a ayudar a la gente. Nadie dejó la central, ni siquiera los que perdieron un familiar, el pueblo nos requería. No nos dimos abasto porque somos pocos, pero hicimos lo humanamente posible", comenta Mauricio mientras se coloca su pesado traje amarillo.

Ni él ni sus compañeros se consideran héroes, pero aseguran que es un oficio por convicción, por amor al prójimo. Prueba de ello es su salario. Cada uno de ellos gana 4 mil 400 pesos a la quincena. Esa es la paga por arriesgarse todos los días, no sólo por el fuego, ahora también por la violencia.

Luego del sismo del 7-S, la emergencia más grande que han atendido, la preocupación que abraza a estos bomberos es quedar entre las balas cruzadas de grupos delictivos que hasta el momento han dejado más de 180 homicidios...

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