Por el valle de la 'amargura'

AutorHaydé Murakami

Enviada

TOKIO, Japón.- Shibuya significa literalmente "Valle amargo". La razón de tan extraño bautismo no queda muy clara, más allá de que querían hacer eco a Silicon Valley por su alta concentración de empresas tecnológicas.

Si este barrio es, según quien le puso el nombre, "amargado", entonces pocos tendrán inconveniente en entrarle a la amargura.

El impecable orden con el que sucede el caos en el cruce Koutasen es para mencionarse. Casi todos toman el lado izquierdo, y las pocas confusiones generalmente son protagonizadas por extranjeros azorados o distraídos con las imágenes coloridas y vertiginosas que se proyectan en las pantallas o algún osado ciclista tratando de evadir peatones apurados.

Persigo la risa de los adolescentes, que me lleva a navegar entre los grandes edificios luminosos, tiendas de moda, restaurantes, bares y cafés. Me invita también a asomarme un poco a los ocho pisos del centro comercial más famoso de la zona, Shibuya 109, una verdadera pasarela por donde desfilan ejércitos enteros de jóvenes buscando, comprando y luciendo las propuestas vanguardistas de Japón.

Con sólo pararse en la entrada, queda claro por qué la zona es considerada un punto que marca tendencia en Asia en cuanto moda desde hace 30 años. Particularmente las chicas lucen orgullosas sus improbables atuendos, peinados, bolsos y calzado, difíciles de describir brevemente sin que suenen de pésimo gusto.

En busca de 'las gaviotas'

Hay 15 kilómetros cuadrados de barrio para dejarse perder un poco. Aún sin desenfundar la cartera, el mero hecho de caminar por las amplias avenidas o de internarse por entre los callejones empinados y caprichosos para mirar vitrinas también se convierte en un ejercicio interesante.

De los locales escapan originales conciertos a varias voces compuestos de agradecimientos y bienvenidas infinitas de las vendedoras: ¡arigato-go-za-iiii-ma-shi-ta!, ¡ira-shai-ma-seeee!... que siguen su canto sin importar que estén cobrando, acomodando ropa, doblando bolsas o envolviendo para lograr otro empacado poco menos que perfecto.

Siguiendo la lógica de la alocada variedad en las tiendas de ropa, lencería y zapatos, la oferta gastronómica discurre aquí entre platos japoneses, hamburguesas y hasta tapas españolas.

Conforme avanzo, van quedando atrás los adolescentes y comienzan a aparecer "las gaviotas", como se le conoce a los grupos de oficinistas gracias a que generalmente visten de traje negro y camisa blanca. Esperan mesa en restaurantes o...

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