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El valedor / La violación

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Vincent

A mi prima carnal me referí ayer, y ahora describiré cómo fue que ocurrió su desgracia. La frutal sota moza acude cada mañana al tianguis, y los viciosos del barrio, hijos putativos de Los Pelones, El Pozolero y el Chapo Guzmán, friégale, al acoso sexual y arrebatarle lo único que le queda (que le quedaba): su doncellez. Ella, ayer, voz dolorida:

- Ya no siento lo tupido, sino lo duro...

Los proverbios no son su especialidad. Lo duro...

Y nada, que al impulso de una brama compulsiva, los verracos del barrio andan rijosos, la sangre en hervor y con ánimos de desgarrar, de antellevarse entre las patas todo lo que de honrado, de honesto y cabal se les ponga o se pongan enfrente. Y se les puso mi prima. La pusieron. Esta vez se mandaron hasta la cocina, y luego hasta los lavaderos, donde la bienquerida, muy quitada de la pena, se afanaba en lavar unos choninos, y entonces, de súbito...

Pobre de la pobre prima, con su honra derribada en el suelo de la vecindad, en ese rincón umbrío que la arquitectura mexicana ha tenido la previsión de diseñar para casos de violación y lo que resulte. Fue entonces: ahí mismo, a lo tumultuario. Derribada, atónita, la niña de mis ojos no había alcanzado a decir esta honra es mía cuando ya cuál suya, cuando ya cuál honra, que los viciosos de miércoles se la habían desgarrado a zarpazos. Y en bola, en mafia, en cartel. La joven, la núbil, la honra, la desdicha...

Ya cuanto pudo alzarse del suelo y componerse corpiño y faldillas, la mancillada fue hasta el teléfono de la esquina: "Primo, ven a defenderme. No nomás me violaron como Dios manda, sino que besando la cruz me juraron volverme a vejar. Ven, defiéndeme, ¿no eres mi valedor?

El cual, cobardón de miércoles que no fuera:

- ¿Que yo te defienda, prima? ¿Yo mismo? Ay, pues mira, no sabes cuánto lo siento, de veras.

Zacatón de miércoles, que fue ayer. Suspiró. "Bueno, a lo hecho, pechos". Lo dicho, mis...

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