El Valedor / Ese varón de virtudes...

El hombre no sabe ni puede callarse. Cuando ama, quiere que lo sepan el viento y las nubes. Cuando adora, quiere que le acompañen todas las criaturas. Si sufre, lo ha de decir sus lágrimas; si goza, lo ha de proclamar su risa; si sueña, lo ha de insinuar su canto...- A. Mansferrer- Y claro, cuando el hombre tiene y mantiene sus afectos, los proclama también; y yo, mis valedores, profeso amistad a un ser de excepción del que ahora, con el pretexto de uno más de sus copiosos cumpleaños, proporciono a ustedes un esbozo de retrato hablado. Porque, a propósito, suele ocurrir, de repente, en la plática: - Yo tuve la suerte de conocer a Pedro Infante. ¡En persona!

Alguno, débil de espíritu: "Yo conservo una camiseta de Pelé, y autografiada. ¿No es como para envidiarme..?" Y uno más, viejo nostálgico: "a mí me tocó la suerte de saludar de mano a mi general Cárdenas. Nunca hubiera querido lavarme esta mano, miren".

Y semejante orgullo y tan grande satisfacción. Pero alguno, de súbito, saca una foto, la observa, se torna nostálgico, y aquel suspirillo: - El señorón que me está consolando en las ruinas de lo que fue mi vivienda en Tlatelolco es Plácido Domingo. Yo apenas podía soportar la ausencia de la mujer, del chamaco, de la criatura de meses. Pero en eso que aparece este hombre, y gracias a él... qué tiempos.

Muy cierto, sí.. Para tantos de ustedes proclives al culto a la personalidad el haber conocido al personaje carismático, al ídolo popular, al dirigente de multitudes, constituye una experiencia fuera de lo común. Quien lo dude, pregunte a los millones que mantienen como máxima esperanza, todavía hoy, a ese mesías tabasqueño de apellidos públicos. Yo, mientras tanto, me permito alardear, y ustedes han de perdonar la arrogancia. Mis valedores: Yo, que aborrezco el culto a la personalidad, tengo la suerte de conocer a un señor que lo es por sus obras, a uno de los talentos mayores que, en mi concepto, ha producido el México de nuestro tiempo; un varón de virtudes y un hombre de bien. De bienes. Conozco a ese hombre de excepción y ahora que les diga su nombre creo que ninguno estará en desacuerdo conmigo. No, por supuesto, no se trata de ningún deportista, ninguna estrellita de esas de gran canal que regurgita el gran canal del desagüe que nombran "de las estrellas", y mucho menos algún político. No.

Al varón que admiro porque lo conozco y conozco sus obras; porque lo he tratado en persona y me honro con su amistad. Se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR