El valedor / ¡Pinche, matador..!

La fiesta brava, mis valedores. Con una estampa taurina me destapé ayer aquí mismo, y alguno me la va a interpelar: "Tú, el neo-comunistoide que abomina todo espectáculo de sangre, violencia y horror, nos resultaste aficionado a los toros, qué desilusión. Pero a ver: ¿cuál es tu preferencia taurina? ¿El toreo clásico o el rondeño? Si el toreo de un Belmonte y de un Manolete, que es hondura y eternidad (mira, mira), o el sevillano pinturero y facilón, de firulete, de un Cordobés". ¿Cuál es tu ídolo entre los toreros?

Momento, le digo. Yo no soy hombre de dioses, ni de ídolos, ni de culto a la personalidad. Yo, varón, no deifico varones, y de ídolos más no reconozco que los del Museo de Antropología. Yo ninguna afición a toros, así haya sido en su momento el Toro Valenzuela. Yo, varón enterizo, no soy proclive a amar a varones, mariconería espiritual; que marica (con mi respeto al homosexual) son esos que veneran ídolos de carne y osamenta. Pútridos.

Yo no. Ni hincha de toreros ni hincha de medallistas olímpicos, líbreme mi entrepierna. Hincha yo, ni del presidente en turno ni de su primera dama, que corazón me falta para la mía. Yo siempre solo, que el buey solo bien se etc. Yo, alérgico a adoraciones, me atengo siempre al letrero camionil, suma y síntesis de la mejor filosofía del que no ha renunciado a su individualidad para agregarse a la masa: "Voy más a mí". Ya dije, y vale, y firmo para constancia. (Pues sí, pero cálmate, siéntate, no grites, no gesticules, no manotees. ¿Ves? Ya derramaste el gordolobo y te antellevaste el florero. Calma, y a la reseña de la lidia, que iniciaste ayer./ Sí, perdón. El cochinero lo limpio después.)

¡Mis valedores, la lidia en la México! Ahí sale el primero de la tarde: "Crimen Organizado", su nombre. Y que el graderío se viene de aplausos, y que el espada cita de largo, y que el astado bufa, escarba la arena, con cuernos de chivo llena de sangre la México, se arranca y... mama mía, o más bien mama del mataor, que se salió de la suerte, hizo la graciosa huida y a la torera se saltó la barda, se atejonó en el callejón y requiere el micrófono: - Amigas y amigos, al Crimen Organizado le estamos ganando, y por goliza, pero el resultado final es responsabilidad de todos ustedes". Válgame.

Y así sigue la lidia, con Felipín encuevado tras el burladero, muleteando no al bravo burel sino a los mansos mexicanos, con el puro micrófono: - Aunque no lo parezca, amigas y amigos, al "Crimen Organizado" le vamos ganando...

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