El valedor / Periodismo y prisión

¿No advertís que aunque yo muera jamás faltarán escritores instruidos y resueltos que continuarán combatiendo los abusos..?

Pretexto para esbozar la semblanza del personaje que esto afirmó me lo proporciona el episodio ocurrido hace meses, cuando una periodista de apellido Aristegui fue apartada de alguna estación radiofónica, y entonces válgame, la escandalera: ¡ataque inaudito a la "libertad de expresión"!, clamó el coro estridente de los "abajofirmantes" de profesión, ahijados a la generosidad de La Jornada. "¡Apoyo a la víctima de la censura!", ofrecían. La víctima, por fortuna, mantuvo todo el decoro y la circunspección que a los "abajofirmantes" les faltó, y fue entonces: semejante episodio me trajo a la mente el caso un colega periodista, él sí heroico en una labor que en su tiempo entrañaba peligro de muerte o prisión, cuando menos. Ese fue mi don Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano. A él he de referirme esta vez; a su obra magnífica.

Tal héroe civil fue el primer fabulador que parió nuestro Nuevo Mundo, si hacemos de lado a don Fernando de Alba Ixtlixóchitl y algunos más que nacieron al arrimo de frailes y conquistadores. Fernández de Lizardi dedicó su vida a la denuncia de vicios y corruptelas de un México que se asomaba a la independencia. Periodista por vocación, fue al propio tiempo novelista y dramaturgo, y por necesidad de expresión, versificador. Admirable.

Admirable, sí, por su vida y obra como liberal, moralista y filósofo, que ejerció actividades lo mismo de educador que de satírico e intelectual; pero El Pensador fue, primero y antes que nada, varón de virtudes que a golpes de denuncia pública defendió sus ideales, formuló sus cuestionamientos y difundió su verdad por todos los medios a su alcance: el ensayo, el libelo, la farsa, el artículo, la novela y hasta la misma versificación. El Pensador Mexicano, creador del inmortal Periquillo Sarniento que no han leído los mexicanos porque los mexicanos no leen. Lástima.

¡Qué diferente contraste hace lo que el lector ha leído escrito en España bajo un sistema monárquico, y lo que ve en México acerca de la libertad de imprenta, bajo un sistema republicano..!

La historia pública del Pensador arranca de 1811, cuando a los 34 años de su edad se mete de lleno a la difusión de las ideas, así en los campos del periodismo como en los...

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