El Valedor / Patria o muerte

Si en América se esculpiera dignamente la estatua de Martí habría que hacerlo con la representación de una de nuestras montañas. Martí es un personaje de libertad, es uno de los grandes hablistas de la lengua castellana, poeta y literato, hombre de pluma y de pensamiento...

Esto, y mucho más. José Martí es el héroe de América por antonomasia, y el poeta y apóstol. Martí es el libertador de Cuba, sin más, de esa Cuba que el pasado 26 de julio conmemoró su liberación, una más, del enemigo común, el imperio de los Estados Unidos. Y el genio americano presidió la conmemoración.

Yo estoy todos los días en situación de dar mi vida por mi país y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo-; para impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso...

Al día siguiente, con su propia sangre, iba a cimentar su palabra. Pues sí, ¿pero cómo pudo, se pregunta el estudioso martiano, comprender que se abrían nuevos peligros para América Latina y que se hacía necesario declarar la hora de su segunda independencia? ¿Qué elementos de la nueva etapa histórica en que entraba por aquellos tiempos el mundo capitalista -el imperialismo- alcanzó a conocer Martí? El mismo parece responder a la interrogante, y responderla con esas palabras que se han tornado lugar común por tanto y tanto que las repetimos: "Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas. Y mi honda es la de David..." Las entrañas del rapaz, del depredador de mundos y pueblos, que en los viejos tiempos así se expresaba del territorio que se extiende al sur del Bravo: Basta una ojeada al mapa de Norteamérica para comprender que México forma geográficamente y por otros conceptos un todo con los Estados Unidos (...) ¡Hermosa provincia tropical, en verdad, para adquirirla para nosotros! De ahí, el pabellón de las estrellas seguirá hasta el Cabo de Hornos, cuyas olas agitadas son el único límite que reconocemos para nuestras justas ambiciones...

Y entonces la voz del profeta, la guía del baqueano, las advertencias del adelantado que miraba más allá de su tiempo: "¡Cuidado! Estados Unidos tiene sobre nuestros países miras muy distintas a las nuestras; miras de factoría y pontón estratégico. Cuidado con el trato con Estados Unidos. Jamás hubo en América asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más...

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