El valedor / ¿Mal humor?

Las heridas abiertas en la conciencia social, mis valedores. Tlatlaya, Tanhuato, Ayotzinapa, tortura de soldados, marinos y policías, la casa blanca y las de otro color, saqueos del erario perpetrados por funcionarios sinvergüenzas (pleonasmo), los dineros sospechosos y el sospechoso conflicto de intereses de Hinojosa Cantú y algunos otros mexicanos exhibidos en los documentos de Panamá Papers. Semejantes agravios nos son inferidos en plena impunidad, esa rama de la corrupción lucrativa que azota hoy mismo a los mexicanos. Cuántos serán los delitos y crímenes de los altos burócratas que, por ocultos, los gobernados ni siquiera imaginamos...

Qué soberbio catálogo de agravios. Cuántas agresiones de ese Poder, que acorde con el 39 Constitucional debería residir en todos nosotros, las masas sociales; cuántos agravios contra unas masas ayunas de cualquier poder. (¿Culpa de quién o de quiénes?) (¿Culpa de ésos o de todos nosotros? ¿Es nuestra mansedumbre la salvación del país, tal como lo predica Norberto Rivera, cardenal casamentero de Marta Sahagún y Angélica Rivera?)

En México existen multitud de razones para sentirnos no de mal humor, como lo acaba de diagnosticar el funcionario actual de Los Pinos, sino indignados en verdad, exasperados por la conducta de la oligarquía en el poder, y no únicamente sumergidos en ese rito estéril en el que nos hemos vuelto peritos: la laceración. Y no más.

Laceración. Catálogo de agravios. ¿Y no más? ¿Hasta ahí llega nuestra cultura política como individuos pensantes, como comunidad agraviada, como mexicanos gobernados de tan inicua manera? ¿Reniego, exigencia, mega-marchita? Hasta ahí llegan y de ahí no pasan. Esa cultura política no da para más, y a modo de prueba elocuente: los maestros del sindicato magisterial. ¿Volverán, como cada año por estas fechas, a copetear plazas, plazuelas y plazoletas de esta ciudad? ¿Nada les dice la historia sobre la inutilidad que reportaron sus gigantescas concentraciones de fines de...

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