El Valedor / Función de títeres

Mis valedores: fue ayer. Ventanilla de PROFECO. Fila india. Yo, aquella medicina en la diestra: reclamar. Adelante, ese de antiparras y pupilas huidizas, encontradas, cuatrapeadas. Rostro de ansiedad. El de "Quejas": "¿Su problema, don Mariano Palacios?" El aludido abrió aquel cajón. Títeres.

-Y qué títeres, que ya no sé qué carambas hacer. Me salieron chafas. Pacotones. En un principio, tan fáciles de manejar. Allá en la carpa La Nacional. Les jalaba las riendas, o sea los hilos, y una sedita. Hoy, cuando quiero que digan sí con la testa, les jalo el hilito y válgame, en lugar de sí, doblan el brazo y me pintan caracolitos, pa su.

-Uh, y qué maltratados, qué venidos a menos.

-Y al que no me salió rebeldón se le enredan las pitas. Como al Lalo este, merolicronista futbolero, jarocho de corazón.

-Pero el de junto se ve tan mansito...

-Con pastura lo acabo de amansar. En caminos y puentes, donde abunda el zacatito tierno. "Atáscate, Carvajal". Pero este jijo de su mal dormir, ¿ve? Allá en Puebla se me salió del estuche.

-Un huacal. ¿Pues qué? ¿Se le acabó la cuerda?

Trae cuerda de más. Para rato. Hasta el 2 mil. Con decirle que ya hasta al presidente se le anda bronqueando.

-Clinton lo mete en cintura. Uh, pero este otro, qué chula chaqueta, muy a la moda.

-Chaqueteó, el muy carbón. Como los mayates, se me juyó a Zacatecas con todo y hebra y con todo un guaricho de mayates detrás. Jijos.

...

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