El Valedor / Etílica

La vida de los borrachos - es una vida muy sana - comienzan con el domingo - y acaban con la semana. Mis valedores: los dipsómanos.

Mi primo el Jerásimo, por ejemplo, licenciado del (¡imagínense!) Revolucionario Ins.; este mi consanguíneo que me llegó desde Las Güilotas, Zac. y ha repartido su arrastrado vivir entre tugurios como el PRI y Haz por venir, allá en Buenavista. Sórdido.

Pues sí, pero a partir del pasado 2 de julio, si ustedes vinieran a ver qué espectáculo: compulsivos, convulsivos amamantones a la cacardienta desde que Dior amanece: Porque esta vida que llevo - si no fuera porque bebo - no la habría de merecer. Anfora en mano. Salucita.

Tres, cuatro días se me desaparece de casa, y entonces ahí me tienen ustedes, recorriendo el viacrucis de sus bebederos. En El Atorón: "¿No habrán visto por aquí al lic. Jerásimo?" "Pos sí, pero al tercer día terminó por decir: No traigo cash." Y a la calle. Yo, en Qué vas que entro: "¿No ha pasado por aquí el..?" Así de Acá pulquito a Mi lindo amanecer lo zanqueo durante horas hasta que, finalmente, me lo voy a topar recostado en la mesa, en el mingitorio, ronquido y estertor. Con el auxilio de dos que tres del mecapal, a arrastrones lo saco y lo aviento a la parte trasera del volks. Y a casa, a revivirlo. El Jerásimo.

Pues sí, pero a partir del pasado 2 de julio, la situación se ha tornado espeluznante. Ya no en tugurios me lo voy a encontrar, sino en Urgencias. Suero glucosado.

- ¡Jerásimo, que esto ya no puede ser peor..!

Pudo. El pasado fin de semana, la abyección del dipsómano tocó fondo, y fue así:

Sírvame otra cucharada - porque se está resintiendo - el frío de la madrugada...

La madrugada sería cuando logré dar con el borrachales, allá por los rumbos de La Ciudadela, en una barriada claveteada de tugurios: el tendajón, la fonducha, los foxianos changarro. Ya a esas horas cerrados. Pero ándenle pues, que de repente, al amor de un puesto de tripa gorda, en el filo de la banqueta, a lo teporochón: Ya me voy - ya me voy con mi derrota...

- Será posible. ¡Jerásimo!

Como de una incomensurable distancia se me quedó viendo, pupilas idiotizadas, y que en plena nariz me lo avienta, el eructo. "¡Borracho indecente, vámonos!"

Traté de asirlo, pero de dónde que no fuera a embijarme de alguna sustancia de la que me llegaba el hedor. "¡Inmundo, asqueroso!"

- Qué pasó, digo, respete su dolor...

...Y ese...

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