El Valedor / ¡Rómpasela..!

Los niños malcriados, mis valedores. Sí, esos sobrones a quienes la madre, al faltar la imagen paterna, masculina imagen, consiente y sobreprotege hasta tornarlos desobedientes y caprichudos. Yo acabo de soportar los berrinches de uno de esos, 12 años de edad y de nombre Cristoper Jonatan Alan Iván. Les cuento.

Solo y mi alma deambulaba ayer, cuando en eso, la voz femenina:

- ¡No es posible! ¿El valedor? ¿Es o se parece?

Volví el rostro: María del Socorro, una antigua amistad.

Coquito, para sus íntimos. A la Caquito la conocí uh, qué tiempos, solterita todavía.

- Y solterita sigo, pregúntele a mi hijo si no. ¿Qué haciendo por estos rumbos, bígotonzón?

- Voy a pescar, ¿usted gusta?

- ¿Pescar? Yo no le veo la caña, no le veo el gusanito.

- Pescar alguna salmonelosis, alguna tifoidea, una infección estomacal. Voy a comer en algún figoncito de estos.

- No, pues mejor véngase - y me lo guiñaba-. A comer a casa, digo. ¿Se me viene?

Me le fui, y al rato entrábamos en su humilde depto. Llamó a la puerta de la habitación.

- Cris, Crisito, ¿sabes quién vino a comer?

Crisito: a eso se había reducido el Cristoper Jonatan etc. y mis valedores: ahí conocí los modales del Crisito aquel:

- Uchale, ma, el pseudo-neo-comunistoide. ¿Vino de gorrión a que le atarantemos el hambre?

Y que qué grosero, y que no le haga caso y que vaya a lavárselas, y que me las lavo, y que véngase a la mesa, y que llega la humeante. De espinacas. El Cris:

- Guácala, no, espinacas ni madres. Que se las como ése.

- ¡Te las comes tú!

- ¡Ni madres! -Se levantó, se encerró en la habitación.

- ¡Ven a comerte la sopa, Cris! ¡Yo te lo ordeno!

- ¡Tú no me lo puedes ordenar, pues quién te crees que eres!

- ¡Me creo con el derecho y la fuerza de la Coordinadora de maestros! Fuerza y derecho. Los dos.

- ¡Y yo me creo con los dos de Limón!

- ¡Yo soy la fuerza informativa Azteca!

- ¡Yo, Samuel del Villar!

- ¡Yo tengo toda la autoridad! ¡Soy Zedillo; qué te parece!

- ¡Y yo Clinton, cómo la ves!

- ¡Cris, sal de ese cuarto!

Salió, pero en qué fachas: liado con dos trapajos, uno rojo y el otro negro.

- ¿Y ahora esas fachas, tú? ¿Eres hincha del Atlas? ¡A comer tu sopa!

- ¡No puedes ordenarme! ¿No...

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