Entre vacunas y carrozas

AutorBenito Jiménez

MÉXICO.- De los ojos del personal médico, seleccionado para recibir la vacuna contra el Covid-19 en el hospital militar de Chivatito, brotaron lágrimas de esperanza.

Enfrente, familias lloraron el deceso de sus enfermos, contagiados por coronavirus e ingresados a la zona Covid del cuartel que fue reconvertido en hospital militar desde abril pasado.

Ayer, al menos seis carrozas de distintas agencias funerarias acudieron a recojer los cuerpos de quienes no pudieron contra el virus.

"Aquí venimos diario por dos y hasta cuatro cuerpos, los servicios se mantienen a la alza, cada vez muere más gente, no sólo aquí, en todos los hospitales Covid", dijo Fabián Martínez, de una funeraria del Estado de México.

La tristeza también se vio reflejada en los pacientes infectados por el SARS-CoV-2, que arribaron en ambulancias para ser asistidos con oxígeno o ventiladores.

Así se vivió el último día del año en la Unidad Médica Militar de Chivatito, cercana a la antigua Residencia Oficial de Los Pinos, y donde antes fue albergado el Cuerpo de Guardias Presidenciales.

Desde las 9:00 horas, los militares permitieron el acceso al personal del Centro Médico Siglo XXI, del IMSS de Tlaltelolco, Hospital Infantil, del Homeopático, Rubén Leñero, del Hospital de la Mujer, del Instituto Nacional de Perinatología y del Centro Banamex.

Unos fueron formados y otros ingresados de manera directa en camiones RTP del Gobierno de la Ciudad de México, que llevó al personal de sanidad desde sus centros de trabajo. El júbilo se notó en los seleccionados.

Emocionados mostraron sus credenciales y sus nombres. Otros contestaron con la voz quebrada que no habían adquirido Covid y que no eran diabéticos, narró personal militar.

La fila de aspirantes a la vacuna contra Covid-19 alcanzó los 500 metros, unos 300 aspirantes fueron contabilizados por el personal castrense.

Ayer en Chivatito se aplicaron mil 200 vacunas, con ajustes en la logística, tras el desorden reportado ayer en el acceso principal a este complejo militar.

Lorenzo Vázquez, un enfermero del Hospital General Rubén Leñero, agradeció la vacuna.

"Claro que dan ganas de llorar, es el mejor regalo que me han dado desde que empezó la pandemia. El trabajo ha sido arduo, agotador, no había esperanza. Por momentos pensamos que no íbamos a pasar el año, que en cualquier momento íbamos a estar intubados, la gente no deja de ingresar al hospital, es increíble como pasan y pasan y pasan a hospitalización", dijo el hombre de 45 años.

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